2026: la rebelión del pelotón contra Tadej Pogacar, el mejor ciclista de la historia
El esloveno descubrió en la temporada 2025 la paradoja de la perfección que gusta y cansa a los aficionados por igual, y que deprime a los rivales y lleva a la desmotivación
Pogacar mira hacia atrás e inclina la cabeza lateralmente para indicarle a Majka que acelere, con un ritmo solo asequible para el dios del ciclismo. Simultáneamente, los aficionados notamos sentimientos encontrados. Da igual la distancia a meta, sabemos que va a atacar. ¿A quién no le emociona un ataque? La acción que da sentido al relato, a las horas contemplando un pelotón aparentemente aletargado. Pero también sabemos que la acción explosiva del esloveno es el fin; ya sea la etapa, la clásica, el Mundial, o el Tour… la perfección gusta, pero asesina el encanto. Solo lo inesperado, una caída arriesgando en una curva adoquinada en Roubaix, un error de cálculo en la Cipressa, devuelven la emoción, el espectáculo.
Recordaremos 2025 por un dominio sin precedentes. La excepcional fisiología de Pogacar lo hace posible. Un umbral de potencia funcional entre 425-450 vatios y un VO2 máx. (cubicaje del motor) superior a 90 (Indurain, el más excepcional, arrojaba 88). Pero bajo las métricas late una historia compleja, en la que la táctica, las teorías motivacionales, de liderazgo y de equipos revelan las paradojas que dicha supremacía genera.
UAE ha devorado el 30% del calendario con 97 victorias, de las que dos tercios corresponden a carreras por etapas gracias a distintos corredores: Almeida, Ayuso, Del Toro, McNulty, Vine y Yates. Pogacar ha ganado 20, aparentemente en solitario. Pero sus triunfos descansan sobre un equipo poderoso que despliega estrategias ofensivas, usadas también defensivamente, como en La Loze y La Plagne para ocultar la dañada rodilla.
La estructura de liderazgo centralizada de UAE con Pogacar mejora la coordinación y el rendimiento conjunto. Hay un dominio sistémico de UAE que permite al solista brillar.
El riesgo para Pogacar no ha provenido de sus rivales, sino de su dominación, que pareció generar un techo motivacional al final del Tour. La teoría de la autodeterminación explica que para mantener la motivación, un deportista de élite precisa satisfacer tres necesidades: autonomía (elección), competencia (sentirse eficaz) y relación (pertenencia). Pogacar ha protegido su autonomía probando objetivos que van desde el pavés y el sterrato, hasta la alta montaña. Su competencia se refuerza con sus victorias y la cultura de UAE, donde ganan más compañeros, fomenta una relación integradora frente al aislamiento de otras estrellas en sus equipos.
Esta teoría advierte también de que cuando el “quiero ganar” se convierte en “tengo que ganar”, por expectativas externas, contratos o por hacer historia, aparecen el agotamiento y la desmotivación.