Así funciona la red de talleres y escuelas de artesanía de Hermès, el centro de la marca de lujo francesa
La casa no depende de proveedores externos ni sufre volatilidad en la calidad y, sobre todo, mantiene un ritmo ajeno a las presiones del mercado. Es la única gran marca de lujo que ha crecido en estos últimos dos años, en los que el sector registra su primera recesión en décadas
En el patio de una antigua fábrica de tabaco, Axel Dumas charla animadamente con un grupo de personas. Minutos más tarde, se sube a un pequeño escenario: “El mundo está cambiando, pero me hace feliz volver a un taller parecido al que me crie: el corte de cuero en el centro, el taller de ensamblaje con su mesa, y todos los artesanos pudiendo comunicarse con facilidad. Esta unión ahora mismo es esencial”. Entre aplausos, el CEO de Hermès, sexta generación de la empresa familiar fundada en 1837, da por inaugurado el 23º taller de marroquinería de la marca, esta vez en Riom, una localidad de poco menos de 20.000 habitantes.

Aquí trabajan 280 artesanos que han aprendido a crear los bolsos Birkin y Constance, aunque a la inauguración han venido también directivos y artesanos de otros talleres cercanos. Porque cada vez que Hermès abre un nuevo taller (workshop, como ellos lo denominan) la celebración es mayor que la de cualquier desfile o lanzamiento exclusivo. Hace tres meses abrieron otro, el número 24, en L’Isle-d’Espagnac, en la región de Nueva Aquitania, un antiguo aeródromo en el que 260 artesanos fabrican bolsos Kelly y Birkin.

En ninguno de estos espacios trabajan más de 300 personas. De esta forma no solo se fomenta la cercanía, también se facilita el proceso maestro-aprendiz, porque al lado de cada taller hay una escuela de artesanía. Para sostener su modelo de negocio, en 2021 Hermès creó L’École Hermès des Savoir-Faire, un centro de formación acreditado por el Ministerio de Educación francés. “Normalmente hay un tutor por cada tres aprendices”, explica Olivier Fournier, vicepresidente ejecutivo de Desarrollo Corporativo y Asuntos Sociales, y presidente de la Fundación Empresarial Hermès.

“Organizamos reuniones informativas en las que explicamos el proyecto de un nuevo taller. A veces vienen 1.000 personas, o quizá 300 o 400 por reunión, solo para escuchar el proyecto. Luego organizamos pruebas para ver si las personas son ágiles y capaces de trabajar con las manos. Si todo va bien, entonces tienen una entrevista y, finalmente, pueden entrar en la escuela”. Durante su periodo formativo, trabajan codo con codo con artesanos que llevan años en la casa, “algunos se convierten en profesores y jefes de un nuevo taller. Es una forma de darles una nueva motivación”, explica Fournier.




