Así ha sido 2025: euforia por la inteligencia artificial, el Sabadell resiste y el BCE pisa el freno
SOURCE:El Pais|BY:Álvaro Sánchez
El año económico termina con nuevos récords para el Ibex, el empleo español en máximos, la crisis de vivienda recrudeciéndose e incertidumbre política elevada
2025 ha tenido casi de todo: guerra comercial, operaciones corporativas hostiles, cambio de ciclo en el Banco Central Europeo (BCE) y una euforia bursátil desbocada que no desaparece pese a los temores de burbuja en la inteligencia artificial (IA). El balance final dicta que la economía global ha aguantado mejor de lo esperado. Ni las andanadas proteccionistas de Trump, ni las tensiones geopolíticas en Oriente Próximo, Ucrania y ahora Venezuela, han sido lo suficientemente disruptivas. En ese entorno incierto, España, con nuevos récords de cotizantes y un crecimiento robusto, lo ha hecho especialmente bien en términos macro, aunque se han agudizado problemas como el de la vivienda. Está por ver hasta qué punto ese empuje doméstico e internacional puede continuar el próximo ejercicio. Estas son algunas las historias que han marcado el año económico.
OPA bancaria: un culebrón de final inesperado. Ni siquiera los directivos más optimistas del Sabadell se lo esperaban. Era la última hora de la tarde del jueves 16 de octubre cuando el consejo del banco catalán recibió la noticia que llevaba esperando 17 meses: la opa hostil del BBVA había fracasado. Los de Carlos Torres se estrellaron con una aceptación del 25%, muy por debajo del umbral mínimo que se había marcado el banco como objetivo (por encima del 50%) y del 30% que le permitiría avanzar con una segunda opa. La decisión —impulsada por los miles de accionistas minoritarios del Sabadell, pero también por un apoyo mucho más bajo del que se esperaba en los grandes fondos de inversión— puso fin a una larga guerra entre las dos entidades. Y tuvo consecuencias por el camino: llevó de vuelta a la sede del Sabadell a Barcelona, hubo promesas millonarias de dividendos a sus accionistas, y una controvertida intervención de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y del Gobierno.
El resultado dejó la situación más o menos en tablas. El BBVA y su presidente consiguieron salvar el fracaso con unos beneficios históricos, pero aún debe resolver el problema que propició la opa, la gran dependencia del mercado mexicano. El Sabadell, por su parte, se apuntó un importante tanto, pero aún debe decidir si da el gran salto y propicia una fusión para competir de tú a tú con CaixaBank, Santander o el propio BBVA.
El Ibex 35 alcanza nuevos récords. El año 2025 arrancaba para la Bolsa con dudas más que razonables: el retorno de Trump estimularía la economía americana, dejando en mejor lugar a Wall Street que a la Bolsa europea, y el sector bancario, motor del Ibex 35, no tenía mucho más recorrido. Poco tardó la realidad en convertir las previsiones en papel mojado; la guerra comercial ha sentado peor a Wall Street que a Europa y el Ibex 35 se ha visto catapultado de los 12.000 a los 17.000 puntos por la banca. Es el mejor año desde que se creó el Ibex, en 1993, y las subidas en el sector financiero han sido de hasta el 127% en el caso del Santander. La inestabilidad que marcó los primeros meses del año, con un histórico desplome de Wall Street tras el bombardeo arancelario del 2 de abril, ha dado paso a un mercado donde solo las señales de sobrecalentamiento (sobre todo en Estado Unidos) matizan la inercia alcista.
Paradójicamente, activos considerados refugio como el oro se han disparado en el año, y la política de Trump (insoportables presiones sobre la Fed incluidas) ha terminado por hundir el dólar. Así, el desplome de la moneda americana se ha llevado, a ojos del inversor español, toda la rentabilidad de la Bolsa estadounidense en el año, a pesar de que el monocultivo de la IA mantiene al S&P 500 en zona de máximos.
Juegos de guerra comercial. Arancel es, a estas alturas ya lo sabe todo el mundo, una de las palabras del diccionario favoritas de Donald Trump y la escogida como palabra del año por la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE). Este 2025, año 1 desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos pasó de las palabras a los hechos con una agresiva política comercial basada en la imposición unilateral de gravámenes a decenas de socios comerciales a los que Trump acusa, frecuentemente sin ningún fundamento, de haberse aprovechado de su país durante demasiados años.
Empezó pronto, con amenazas en febrero a Canadá y México, y continuó en abril celebrando lo que él bautizó como el Día de la Liberación, e imponiendo tasas a las importaciones que defendió como “recíprocos” aunque no lo fueran. Después vinieron meses de amenazas y marchas atrás que pusieron patas arriba el orden mundial de la globalización; el mismo que impulsó y del que se benefició durante décadas Estados Unidos, súbitamente convertida en una potencia recelosa y aislacionista.
Para parar el golpe a la economía que esos aranceles hacían prever, Trump también lanzó una campaña de presión sin precedentes al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, al que ya está buscando sustituto. Quería que Powell bajase los tipos de interés, pero este se ha demostrado un funcionario resistente.
Las políticas económicas de Trump 2.0 se enfrentan con una inflación obstinada en torno al 3% y un desempleo que marcó en noviembre su máximo desde 2021. Mientras tanto, el Tribunal Supremo estudia un caso que se pregunta sobre la constitucionalidad de los aranceles de la Casa Blanca. En el improbable caso de que su mayoría conservadora dictara una sentencia contra las políticas comerciales de Trump, esta supondría la debacle del programa económico del republicano, con el que la opinión pública está empezando a perder la paciencia. Tampoco está claro cómo su Administración haría para devolver el dinero recaudado por esos gravámenes, unos 180.000 millones de dólares hasta septiembre, según el Peterson Institute.
El Estado vuelve a mandar en Telefónica. El 2025 de Telefónica ha sido un año de cambios drásticos, marcados desde el inicio por la llegada de Marc Murtra a la presidencia en sustitución de José María Álvarez-Pallete, a propuesta del Gobierno y tras el retorno del Estado al capital de la operadora. Su desembarco ha funcionado como detonante para cambiar el rumbo de la compañía, con el nuevo plan estratégico 2026-2030, bautizado como Transform & Grow (transformar y crecer). La prioridad ha dejado de ser el tamaño para centrarse en la rentabilidad pura y el saneamiento de las cuentas, para lo que no ha dudado en reducir a la mitad el dividendo.
Murtra ha hablado en repetidas ocasiones de salir de compras (con Vodafone España como bocado más probable), aunque no se ha materializado ninguna operación. Al contrario, mirando al exterior, queda una Telefónica replegada en Europa y Brasil, y se ha pisado el acelerador para soltar lastre en Hispanoamérica (Argentina, Perú, Colombia, Ecuador y Uruguay). En España, la compañía está ejecutando un ERE que rondará las 5.000 salidas, con un importante coste, que podría llevar las cuentas del ejercicio a las mayores pérdidas de la historia.
Temor a una burbuja en la IA. La palabra burbuja volvió en 2025 a la industria tecnológica, rememorando a la crisis de las puntocom de hace 25 años. Las miradas se dirigen a la inteligencia artificial (IA). Tras un inicio de año de duras caídas en Bolsa por la irrupción de la china DeepSeek, las tecnológicas iniciaron una carrera hasta octubre que llevó al Nasdaq a dispararse un 60%. Alphabet, Oracle o Nvidia duplicaron su valor, y el gigante de los chips incluso llegó a los cinco billones de dólares de capitalización, un récord inédito. En paralelo, start-up como SpaceX y OpenAI protagonizaron rondas multimillonarias en las que prácticamente duplicaron su valor: la empresa emergente de Elon Musk pasó de 400.000 a 800.000 millones; y el creador de ChatGPT, de 300.000 a 500.000 millones. Ahora, apuntan a históricas salidas a Bolsa en 2026.
Pero, tras la euforia, en las últimas semanas del año el temor a la burbuja en la IA se ha extendido. Firmas como Oracle y SoftBank han sufrido una dura corrección, superior al 35% desde máximos, por un 16% de Meta, un 10% de Microsoft o un 8% de Nvidia. En el caso de Oracle, el mercado teme una crisis por su excesiva deuda, que amenaza con frenar planes de inversión en inteligencia artificial. Las operaciones circulares han podido inflar las valoraciones de los gigantes tecnológicos, pese a la dependencia de unas empresas sobre otras. Nvidia acordó invertir 100.000 millones de dólares en OpenAI que, a su vez, llegó a un acuerdo de computación de 300.000 millones con Oracle que, en paralelo, va a invertir en chips de Nvidia.
España navega sin Presupuestos. España vive una coyuntura presupuestaria inédita: empezará 2026 con las cuentas prorrogadas por tercer año consecutivo. El 1 de enero seguirán vigentes los Presupuestos de 2023, los últimos aprobados por el Congreso y ya los más longevos de la democracia. Aunque las prórrogas no son una excepción en la historia reciente —ocurrió ya en nueve ocasiones—, sí lo es que en dos años de legislatura el Gobierno no haya presentado un nuevo proyecto de cuentas públicas ante la falta de apoyos suficientes en las Cortes.
Por ello, la parálisis presupuestaria es un síntoma, quizás el más evidente, de debilidad política. El Gobierno de coalición no tiene mayoría parlamentaria y el bloque de investidura se ha resquebrajado, una situación que el Gobierno intenta sortear con modificaciones presupuestarias y a golpe de decreto —ejemplo reciente es la subida de las pensiones y del sueldo de los funcionarios—. Los fondos europeos, que han sostenido la inversión y compensado parcialmente la falta de nuevos Presupuestos, están además en su recta final: el mecanismo de recuperación termina en 2026.
La aprobación de unos nuevos Presupuestos sigue así aplazada al próximo año. El Ejecutivo ha asegurado que los presentará en el primer trimestre, un calendario similar al que maneja para abordar la reforma del sistema de financiación autonómico. Otro de los grandes compromisos pendientes de la legislatura que sigue sin despejarse.
Medio millón de trabajadores más. España es el país que más empleo ha generado en el último año en Europa. Según Eurostat, el país sumó en torno a medio millón de nuevos puestos de trabajo del tercer trimestre de 2024 al de 2025, muy por encima del avance de 223.000 empleos en Francia o los 160.000 en Portugal y en una situación radicalmente distinta a la de Alemania o Italia, que retrocedieron en 211.000 y 56.000 puestos respectivamente.
Además, el impulso del mercado laboral español, a lomos del crecimiento económico de los últimos años, toma velocidad respecto al ejercicio anterior. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el avance supera en unos 200.000 ocupados al que se registró el año pasado. Este acelerón sirve para reducir la tasa de paro hasta un 10,5%, pero sigue siendo el peor porcentaje del continente y casi duplica la media de la Unión Europea.
La mejora del mercado laboral español descansa en gran medida sobre los hombros de los ocupados extranjeros y de doble nacionalidad. Ellos aportan seis de cada diez nuevos puestos, lo que poco a poco cambia la fisionomía del mercado laboral del país. Los españoles representan el 78,4% de los ocupados, menos que nunca.
La reducción de jornada encalla. El pasado 10 de septiembre, en el Congreso de los Diputados, se produjo uno de los mayores fracasos económicos del Ejecutivo en esta legislatura. Aquel día, el PP y Vox, con ayuda de Junts (socio de investidura del Gobierno), tumbaron el proyecto de ley para reducir la jornada laboral máxima legal de 40 a 37,5 horas semanales. Esta medida había sido impulsada por Sumar en el acuerdo de Gobierno con el PSOE y, tras once meses de intensas negociaciones, el Ministerio de Trabajo logró pactar un texto normativo solo con los sindicatos CC OO y UGT. Dicho texto, que finalmente se cayó en su primer trámite en la Cámara baja, iba a afectar a unos 12,5 millones de trabajadores asalariados, cuyas jornadas iban a reducirse en mayor o menor medida. La presión ejercida por las patronales —especialmente las catalanas sobre Junts— lograron que una mayoría de 178 votos frente a 170 rechazaran la medida. Las empresas calcularon que esta reducción del tiempo de trabajo habría elevado alrededor de un 7% los costes laborales. Y servicios de estudios como el BBVA Research estimaron que el hecho de que el recorte no se produjera previo aumento de la productividad, y que no implicara ningún recorte salarial, habría subido un 1,5% los costes laborales unitarios y habría restado 0,7 puntos porcentuales al crecimiento del PIB durante dos años, así como 0,8 puntos al avance del empleo.
Récord turístico. La llegada de turistas a España cerrará este año, según las previsiones que maneja el Gobierno, con la entrada de 98 millones de turistas (un 4% más) y un gasto acumulado de 135.000 millones de euros (un 7% más). Son los registros más altos de la serie histórica y la consolidación de un sector que vuelve a generar el 13% del PIB y el 12% del empleo, tal y como lo hacía antes de la pandemia, tras la mayor crisis de su historia. Unos resultados que, sin embargo, se han visto deslucidos por no haber alcanzado los 100 millones de viajeros, algo que se presumía sencillo a principios de año y que se tornó en una quimera ante el frenazo experimentado desde el verano en las llegadas de grandes mercados emisores como Alemania o Francia. Además, continuó el rebrote de la turismofobia, como respuesta a una actividad económica que está colapsando de viajeros los destinos más visitados y que está teniendo una incidencia directa en la crisis de la vivienda gracias al bum de los pisos turísticos, que ofrecen una mayor rentabilidad a los propietarios frente al alquiler tradicional.
El BCE congela los tipos de interés. El ciclo de bajadas del precio del dinero ha tocado a su fin este año tras ocho recortes prácticamente ininterrumpidos. Ese descenso ha ido en paralelo a la moderación de la inflación, que se disparó tras la crisis energética que siguió a la invasión de Ucrania, y ahora está muy cerca del nivel objetivo del BCE. Fráncfort lleva cuatro reuniones con los tipos de interés en pausa, y los analistas no ven necesidad de subidas o bajadas a corto plazo. El fin de las rebajas de tipos ha detenido las caídas del euríbor, que se ha estabilizado entre el 2% y el 2,3%, y ya encarece las cuotas de los que las revisan cada seis meses. Esos niveles, sin embargo, son lo suficientemente bajos como para facilitar el acceso a hipotecas de muchos interesados en comprar vivienda, contribuyendo así al bum de compraventas que vive España.
Crisis francoalemana. El eje en torno al cual ha girado Europa durante décadas ha dado en 2025 importantes señales de vulnerabilidad. En Alemania, Friedrich Merz fue elegido nuevo canciller en mayo, pero todavía no ha conseguido que el país muestre signos notables de mejoría bajo su dirección: las previsiones de crecimiento se mueven entre el 0% y el 0,2% para este año, y la industria sigue sufriendo en medio de un entorno comercial complejo por los aranceles y la competencia china en el sector automovilístico. La esperanza en Berlín es que el estímulo económico del Gobierno en infraestructuras y defensa empiece a notarse en 2026.
Mientras tanto, en Francia, la incapacidad de efectuar reformas y la crisis política dejó momentos de enorme tensión, como cuando en septiembre la prima de riesgo se elevó por encima de la italiana y se convirtió por momentos en la más elevada de la zona euro. Los mercados han aflojado algo la soga, pero siguen al acecho: el Parlamento suspendió en noviembre la polémica reforma de las pensiones, una condición de los socialistas para no dejar caer al primer ministro, Sébastian Lecornu, pero se antoja que tarde o temprano sus gobernantes tendrán que tomar decisiones impopulares para reducir el déficit.
La montaña rusa de bitcoin. 2025 iba a ser un año dorado para la criptomoneda, pero se convirtió en una prueba de resistencia. La vuelta de Trump a la Casa Blanca, el primer criptopresidente de Estados Unidos, auguraba mayor adopción, regulación laxa y una postura favorable hacia los activos digitales. En parte cumplió su promesa: cada vez más bancos los incorporan a su oferta, las empresas los acumulan en sus reservas y grandes gestoras recomiendan incluirlos en las carteras. Así, bitcoin se hizo mayor: perdió algo de su volatilidad y de su carácter especulativo.
Sin embargo, el contexto internacional complicó el camino hacia sus máximos. Las tensiones geopolíticas, los temores sobre una posible burbuja de la inteligencia artificial y las dudas sobre la política monetaria de la Fed lastraron al mercado cripto. El regreso de la furia arancelaria de Trump enfrió la euforia y multiplicó los vaivenes del precio.
Si el año empezó con el pie equivocado, el verano fue idílico: la aprobación de la primera regulación sobre stablecoins en EE UU supuso un antes y un después. Pero las amenazas presidenciales hacia China en octubre enfriaron otra vez los ánimos y en 24 horas congelaron la demanda, secaron la liquidez y frenaron el impulso alcista. Desde entonces bitcoin no levanta cabeza: cae un 6% en el año, un 30% desde máximos. 2025 no se recordará como el año del gran despegue, sino como una prueba de madurez para un ecosistema cada vez más integrado y vigilado en los mercados financieros.
Air Europa, epicentro de una puja. Air Europa se ha llevado buena parte de los focos en el sector del transporte. La que fue una auténtica subasta para la colocación de una porción del capital tuvo pujando a dos de los mayores grupos de aerolíneas, Air France-KLM y Lufthansa. La española es una de las escasas referencias del sector que se mantiene al margen de una gran alianza, y se adelantó al actual proceso de venta de la portuguesa TAP. Finalmente, ni franceses ni alemanes. La familia Hidalgo, primera accionista a través de Globalia, ha primado mantener el control y ha hecho caja con el traspaso del 26% a otro gigante, Turkish Airlines, por 300 millones de euros.
El objetivo número uno está cumplido: esta inyección y los fondos propios acumulados por la explosión de la demanda de vuelos han permitido reintegrar, con un año de anticipo, los 475 millones de crédito público que la SEPI otorgó a Air Europa durante la pandemia. La solución financiera urgía por el alto coste del rescate y la polémica que aún lo rodea, entre investigaciones sobre el alcance de una supuesta intervención decisiva del exministro de Transportes José Luis Ábalos o de la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. El segundo objetivo para Air Europa es la obtención de sinergias con el nuevo accionista. Turkish opera una flota de 495 aviones, por los 57 de la española, y cuenta con buen acceso a los fabricantes en un momento de déficit de aviones en el mercado. Air Europa, ahora limpia de deuda, puede aprovechar esa posición privilegiada para acelerar su desarrollo. La turca también encuentra en su participada española una plataforma para el mantenimiento de sus aeronaves. Y ambas prometen complementar sus respectivas conexiones con Latinoamérica y Asia.
Cambio de control en Talgo. En el sector industrial se ha bajado el telón este diciembre al culebrón de dos años sobre el cambio de control de Talgo. Un consorcio vasco liderado por José Antonio Jainaga ha tomado el 27,4% por 156,7 millones, al tiempo que la SEPI se ha hecho con un 7,8% para desatascar la operación. Sin la intervención pública, había grandes dudas por parte de los bancos. El núcleo duro se ha llevado la sede social de Madrid a Vitoria, y se estrena con una renovada estructura de financiación que da vida a la compañía: hasta 770 millones de crédito aportado por CaixaBank, BBVA, Kutxabank e ICO, entre otros, y 500 millones en avales. Con el Gobierno tutelando el cambio de manos del fabricante de trenes, la pública Cesce ha salido como avalista. De Jainaga, con fuerte experiencia industrial al frente de Sidenor, se espera la puesta en marcha de un plan que ataje el problema de falta de capacidad en planta.
Con información de Álvaro Bayón, Ramón Muñoz, Raquel Pascual Cortés, Nuño Rodrigo, Elisa Tasca, Laura delle Femmine, Gorka R. Pérez, Javier Magariño, Santiago Millán, Iker Seisdedos (Washington) y Carlos Molina.