Casos resueltos con “los ojos” del Metro, la red que nos vigila bajo tierra
La unidad móvil de la Policía Nacional trabaja de manera coordinada con la seguridad del suburbano para dar caza a fugitivos, ladrones, ultras o miembros de bandas latinas
El cerebro del metro de Madrid está ubicado en Alto del Arenal, la estación de Puente de Vallecas. Allí, en una habitación llena de pantallas, se procesan todas las imágenes que envían cientos de cámaras de seguridad, desde cualquier punto de los 295 kilómetros de red ferroviaria que recorren el subsuelo de Madrid, conectado por 302 estaciones. Un agente de la Policía Nacional y otro de la seguridad privada del suburbano se coordinan para apresar a ladrones, fugitivos, ultras o miembros de bandas juveniles violentas.
‘Yonquis’ caracterizados
En agosto de 2022 llegó a la comisaría de la Unidad Móvil de la Policía Nacional en la estación de Nuevos Ministerios la primera denuncia —de las más de 300 que vendrían después— con idéntico formato. Eran todas de ciudadanos y ciudadanas que aseguraban que les habían quitado la cartera mientras viajaban en un vagón del metro y después habían usado sus tarjetas para hacer compras inferiores a 50 euros, hasta que las habían bloqueado. Posteriormente, además, también habían usado su documentación directamente en su banco para sacar dinero de su cuenta. En definitiva, les habían desplumado en pocos días. Los robos llegaron a sumar más de tres millones de euros y la llamada operación Escocia se convirtió en una de las mas importantes y representativas de la lucha contra la delincuencia bajo tierra.
Las pesquisas se prolongaron durante un año y medio de visionados de cámaras del suburbano y de identificaciones. En febrero de 2024, el grupo de investigación de la Unidad Móvil le puso las esposas a 54 personas, entre las que estaban los dos cabecillas de una organización especializada en hurtos. Su sofisticación llegaba hasta el punto de caracterizar (con gafas, pelucas...) a drogodependientes de la Cañada Real o a las prostitutas de la colonia Marconi para que se hicieran pasar en sucursales bancarias por los propietarios de las documentaciones sustraídas en el metro y sacaran todo el dinero posible.
“Cuando identificamos el modus operandi de la organización, comenzamos a reconocer a los hurtadores [carteristas] en el metro“, relata uno de los investigadores. ”Nos dimos cuenta de que no solo explotaban las tarjetas robadas, sino que las vendían junto a la documentación a otro grupo de delincuentes que, a su vez, se financiaba con el menudeo de la droga”, señala. “Por eso tenían acceso a yonquis y a prostitutas", explica. “Estos, a cambio de una pequeña cantidad de dinero o de droga, aceptaban ser caracterizados con pelucas, gafas, bigotes o barbas y pasar por víctimas del robo en los bancos y así sacar dinero o pedir préstamos”. Los agentes descubrieron que eran los cabecillas de la organización quienes les disfrazaban, “en plena vía publica”, y que vivían en dos pisos de la zona de Retiro. La documentación robada la ocultaban en tres pequeños zulos enterrados en parques de la zona de Moratalaz. “Al final, cayeron todos”, concluye.