Cataluña despide un ‘annus horribilis’ de su sector primario con el temor por la peste porcina
SOURCE:El Pais|BY:Josep Catà Figuls
Tres crisis sanitarias han afectado a granjas avícolas, de bovino y de porcino, mientras los pescadores han sufrido las restricciones de la Comisión Europea
En el campo catalán, el año empezó con un gran peligro: la sequía. El Govern de Salvador Illa, que echó a andar en agosto de 2023 con los pantanos vacíos, había puesto toda su atención en esa amenaza, que se disipó con las lluvias de la primavera. Sin embargo, los problemas en el sector primario de Cataluña —pequeño en comparación con otros sectores en cuanto a PIB y ocupación, pero clave para la sostenibilidad socioeconómica de una parte muy importante del territorio— no terminaron ahí. Tres crisis sanitarias han han convertido 2025 en un annus horribilis para la ganadería.
En octubre, un brote de Dermatosis Nodular Contagiosa (DNC) obligó a sacrificar a miles de cabezas de vacuno en Girona; en noviembre, la gripe aviar supuso el confinamiento del 14% de las granjas de pollos; y en diciembre, el brote de Peste Porcina Africana (PPA) en la montaña de Collserola llevó a cerrar la mayoría de mercados exteriores de carne de cerdo, un sector clave para las exportaciones catalanas y españolas. A estas tres crisis, que todavía colean, se le suman las quejas de los campesinos, que en febrero lograron promesas de Illa para desconvocar sus tractorades, y los escollos de la burocracia europea, que tienen indignados a los pescadores de arrastre por la insuficiencia de los días para faenar.
De los cuatro sectores principales de la actividad económica en Cataluña, la agricultura es el más pequeño: 2.637 millones de euros, el 0,83% del PIB catalán. Pero si se tiene en cuenta toda la cadena de valor del sector agroalimentario, el impacto es mucho mayor: según Prodeca, la agencia de la Generalitat que se dedica a la promoción de los productos agroalimentarios catalanes, todo el sector, incluyendo las explotaciones agrarias y ganaderas, pero también la industria transformadora y la industria auxiliar, genera un volumen de negocio de 48.231 millones de euros, el 19% del PIB de Cataluña, y ocupa a 175.600 trabajadores. 55.000 explotaciones agrarias, 5.000 industrias de alimentación y bebidas y 872 establecimientos de la industria auxiliar conforman toda la cadena de valor que va desde las cárnicas a las panaderías, o desde los pescadores a las empresas de lácteos. Toda una industria que tres virus y mucha burocracia han puesto en apuros en pocos meses.
Joan Carles Massot, presidente de la asociación agraria JARC, admite que las crisis sanitarias han “trastocado” completamente el sector especialmente en los últimos meses, pero cree que el balance del año no es negativo. “Si hacemos una media será muy buena a nivel productivo, porque la sequía ya terminó y no ha tenido impacto. Se batirá un récord de facturación, porque el sector ganadero lleva una media muy buena de precios, el sector de la fruta también... Así que ha sido un año bueno, aunque ahora estas crisis sanitarias lo trastoquen al final”, explica. Las crisis sí tendrán un impacto económico el año que viene, especialmente en las exportaciones, que afectan sobre todo al sector porcino. “Tenemos que intentar cerrar estas alertas sanitarias que hemos tenido, y estos primeros meses del año serán claves. Se está haciendo un buen trabajo pero habrá un impacto”, dice Massot.
La industria cárnica es el principal sector agroalimentario de Cataluña, con un volumen de negocio total de más de 10.000 millones de euros, según Prodeca. Casi el 80% de la producción de carne es de cerdo, que representa el 62% de las exportaciones del sector cárnico. Un traspié en la industria del cerdo en Cataluña tiene un impacto muy grande en España, que es el principal país productor de cerdos de la Unión Europea y el tercero a nivel mundial, y además el tercer exportador de carne de cerdo del mundo. El sector porcino ya venía tocado por las guerras comerciales y los aranceles que impuso China a los productos de porcino que compra a la Unión Europea.
China es uno de los principales clientes del cerdo catalán, con un volumen de negocio de 486,36 millones de euros el año pasado. La pérdida del estatus de país libre de la Peste Porcina Africana supuso un nuevo mazazo: China seguiría comprando carne de cerdo de España, excepto de la que venga de la provincia de Barcelona, de donde salió el brote. Otros mercados, como el de Corea del Sur, decidieron restringir las compras solo al radio de 20 kilómetros alrededor del brote, mientras que Japón y Filipinas cerraron completamente su ventanilla.
El brote de PPA puede tener consecuencias más allá de lo inmediato. No solo por el efecto arrastre que puede tener (caída de precios, impacto en la industria transformadora y auxiliar, y efecto sobre las carnicerías). Las cadenas de valor son difíciles de mantener y en un bache como este la competencia de otras comunidades autónomas, como Aragón, donde se concentra otra parte importante de la industria del porcino, o de otros países, puede ser letal.
La crisis del porcino obligó a vaciar las granjas cercanas al brote de PPA, y aunque las más de 30.000 cabezas de porcino afectadas fueron al circuito comercial habitual (el virus no afecta a humanos), la bajada de precio, entre el 17% y el 20%, por la caída de la demanda interna y el desplome de las exportaciones tuvo un efecto en todo el sector.
Un mes antes del brote de PPA, un brote de gripe aviar obligó a confinar a las aves de las 193 granjas que tienen a sus pollos en libertad o semilibertad, es decir, el 14% de las 1.349 granjas avícolas. También se sacrificaron más de 2,5 millones de aves en Cataluña a causa del brote. Cataluña es la máxima productora de carne de avícola de España, con un 23% de la producción, y el 14% de toda la carne que se produce en Cataluña es de avícola, además de los 90 millones de docenas de huevos que se consumen cada año en los hogares catalanes, según la Federació Avícola Catalana. Todavía un mes antes, en septiembre, el brote de DNC también obligó a sacrificar a unas 2.500 cabezas de bovino de 18 explotaciones ganaderas en la comarca del Alt Empordà (Girona).
Esta tormenta perfecta sanitaria por sí sola ya supone un reto para todo el sector y para la Generalitat, pero la sensación en el campo catalán es que llueve sobre mojado en un ámbito de la economía que se siente abandonado y asfixiado por las exigencias burocráticas. El recuerdo de las grandes protestas de los agricultores en el movimiento Revolta Pagesa, a lo largo de todo el año 2024, sirvió de aviso para el Gobierno de Illa, que en febrero de este año frenó nuevas protestas con el anuncio de un paquete de medidas para reducir la carga burocrática. “Desde la covid la sociedad es más consciente de que el sector agrario es estratégico, y hay más apoyo a las movilizaciones. Pero estamos en una nueva era de la política agraria, en la que la Unión Europea (UE) destina cada vez más presupuesto a defensa y menos a autonomía alimentaria, y en la que se abren nuevos convenios con terceros países para abastecer de productos a la UE”, lamenta Massot.
Un ejemplo del impacto de las políticas comunitarias se vio en el grito de alerta de los pescadores catalanes. A pocas semanas de Navidad, el sector pesquero avisó de que la gran mayoría de buques de pesca de arrastre ya había consumido los días que la Comisión Europea permite salir para esta actividad. Al final el pescado y el marisco estuvieron disponibles durante las fiestas, después de un acuerdo que permitió elevar de 130 a 143 los días permitidos para salir a pescar, y un acuerdo cerrado a mediados de diciembre fijó para 2026 una cifra similar de días para salir. El sector celebra que es el mejor acuerdo al que se podría haber llegado, pero el año que viene dirá si los días son suficientes, o si hay que preocuparse también de nuevas crisis sanitarias.