Clara Camañes, psicóloga: "Lo que sana no es ir a terapia en sí, sino recuperar el vínculo con uno mismo"
SOURCE:20 Minutos ES|BY:Sonia Guijarro
Cada vez más, confesamos sin tapujos que acudimos al psicólogo en busca de ayuda emocional. Es un gran paso, pero nuestro trabajo interior es clave.
Hasta no hace demasiado tiempo, confesar que íbamos a terapia era impensable, puesto que se identificaba socialmente con 'estar loco' o con cierta debilidad mental. Afortunadamente y según los expertos, esta creencia ha cambiado, y no sólo acudimos a la consulta del psicólogo igual que a la de otras especialidades médicas cuando lo necesitamos, sino que ya no es tabú decirlo.
Efectivamente, las consultas de salud mental se llenan, aumentan las listas de espera, y buscamos en el terapeuta esa ayuda profesional que nos empuje a tomar las decisiones correctas, Eso sí, los expertos insisten en que con acudir al psicólogo no es suficiente, que no tienen la varita mágica para nuestros males; la misión de estos profesionales es escucharnos, y ofrecernos ciertas herramientas que debemos trabajar por nosotros mismos para recuperar nuestro vínculo interno y nuestra calma y equilibrio emocional.
"Antes, el dolor se guardaba, el miedo se ignoraba y la tristeza se superaba con voluntad"
En el contexto de lo que el terapeuta puede y no puede hacer por nosotros, entrevistamos a la psicóloga Clara Camañes, de EstarContigoTerapia, que comienza echando la vista atrás, para poder entender la evolución de la salud mental y cómo se ha normalizado en la sociedad acudir a una consulta experta.
"Llevamos demasiado tiempo sin hablar de lo que sentimos. Durante generaciones aprendimos a funcionar con malestar sin ponerle nombre: a sobrevivir, no a sentir; a cumplir, no a preguntarnos cómo estamos. El dolor se guardaba, el miedo se ignoraba y la tristeza 'se superaba' con voluntad. En muchas familias, frases como 'tienes que ser fuerte' o 'mejor no pienses en eso' se convirtieron en normas emocionales".
La depresión, el duelo o la ansiedad no se mencionaban. "Se seguía adelante, como si nada pasase. Pero lo que no se expresa, al final termina convirtiéndose en cansancio, en desconexión, en patrones que duelen y que se repiten constantemente. Y llega un momento en el que todo eso pesa demasiado", asegura la psicóloga.
"La salud mental ya no es tabú y pedir ayuda no se ve como debilidad"
Lejos de considerar que se trata de una moda, Clara Camañes asegura que cada vez hay más personas que buscan ayuda profesional, ayuda psicológica. "En absoluto creo que sea una moda, sino que por fin estamos prestando atención a lo que llevaba años pidiendo espacio. La salud mental empieza a dejar de ser tabú y pedir ayuda ya no se ve como debilidad. Comprendemos que sentir es parte de vivir y que no tenemos por qué hacerlo solos".
Aun así, la experta no quiere dejar lugar a dudas, afirmando que "es importante decirlo con claridad: ir a terapia no es un atajo ni una solución rápida. A veces se espera que unas cuantas sesiones arreglen lo que se ha acumulado durante años, pero la realidad es que la terapia no es magia. Es trabajo".
Cuando acudimos a terapia encontramos un lugar para parar y mirar hacia dentro, "para enfrentarnos a emociones reprimidas, patrones heredados y heridas que aún duelen y no sabemos cómo resolver. Pero no es solo ir a terapia: es quedarse cuando aparece lo difícil, sostener la incomodidad y revisar cómo nos relacionamos con el mundo y con nosotros mismos".
"Lo transformador no es la técnica, sino nuestro compromiso"
Para avanzar en un proceso de terapia psicológica, no debemos crearnos expectativas a corto plazo, ni tampoco considerar que es el experto el que, una vez conoce lo que nos preocupa, va a resolvernos la vida. "Como psicóloga, veo que lo más transformador no es la técnica o el diagnóstico, sino el compromiso real con el proceso".
Y es que "cuando una persona deja de buscar soluciones inmediatas y empieza a escucharse de verdad, algo profundo empieza a cambiar. Lo que sana es el vínculo con uno mismo y la capacidad de estar con lo que sentimos sin huir".
A modo de conclusión, la psicóloga considera que "ir al psicólogo es un gran paso, pero el verdadero proceso empieza después: cuando dejamos de evitarnos, cuando nos damos permiso para estar mal, cuando elegimos mirarnos con menos juicio y más responsabilidad. Sanar no siempre es sentirse bien; es aprender a estar con uno mismo de forma más honesta".
"Hay que pedir apoyo antes de llegar al límite"
Ahondando en el concepto de que ir al psicólogo no es ningún signo de debilidad, sino todo lo contrario, hablamos con otra psicóloga, María Rojas-Marcos, colaboradora en Academia ADJ. "Los datos llevan tiempo mostrando un incremento en los problemas de salud mental, y hay varios factores que explican por qué acudir al psicólogo se percibe hoy como algo normalizado".
Venimos de una cultura que no daba a las emociones el lugar que merecían y que asociaba pedir ayuda con debilidad. "Esa idea de 'seguir como si nada' ha estado muy presente durante generaciones. Hoy, sin embargo, vemos cómo cada vez más personas —incluidas muchas que se encuentran en etapas de estudio o preparación exigente— se permiten reconocer lo que sienten y pedir apoyo antes de llegar al límite".
Aún así, el ideal del 'puedo con todo' sigue existiendo, "pero también ha cambiado la manera de relacionarnos con el malestar. Incluso cuando se busca, de forma equivocada, 'quitarse la ansiedad', sabemos que existen herramientas y estrategias de gestión emocional que ayudan a afrontar las dificultades de forma más sana".
"Ir al psicólogo ya no es un estigma, es autocuidado"
Para finalizar, Rojas-Marcos añade que "en entornos donde hay una presión prolongada en el tiempo, como el estudio intensivo, la importancia de aprender a gestionar emociones, metas y frustraciones se hace especialmente evidente. Por eso no es solo que haya aumentado la necesidad —que sí lo ha hecho—, sino que también ha crecido la visibilidad y la aceptación social".
Ir al psicólogo ya no se vive como un estigma, "sino como una forma legítima de cuidarse, entenderse y aprender a manejar el propio malestar. No es una moda: es la consecuencia de haber dado espacio a algo que siempre estuvo ahí, aunque durante mucho tiempo se viviera en silencio".