Claves de la inversión en 2026, la hora de la verdad para la apuesta por la IA
SOURCE:El Pais|BY:Nuria Salobral
Pese al desafiante punto de partida, gestores y analistas prevén un buen año de Bolsa sostenido por crecientes beneficios empresariales, bajadas de tipos de la Fed y, con suerte, menos tensión geopolítica
Una vez sofocado el incendio de unos aranceles demoledores, que Trump ha ido rebajando en los meses sucesivos en duras negociaciones, los inversores se han encontrado con una economía y unos resultados empresariales que han resistido mejor de lo previsto y han encontrado en la inteligencia artificial el talismán para seguir apostando por el rally bursátil. El punto de partida para obtener rentabilidad en 2026 es desafiante —el S&P sube en 2025 el 18% y el Ibex, el 48%, ambos en máximos— y después de haber sorteado con holgura los extremos de las políticas económicas de Trump, el nuevo año será la hora de la verdad para confirmar si la mayoritaria apuesta por la IA es de verdad merecedora de las valoraciones actuales. También será el momento para diversificar más allá de los gigantes tecnológicos, epicentro de los actuales excesos del mercado, e incluso más allá de la inteligencia artificial, haciendo sitio en la cartera a sectores que han quedado más rezagados y a otro tipo de activos distintos a la renta variable, como el oro. Todo ello con permiso de Donald Trump, del que los analistas esperan un tono menos volcánico que el de 2025, después de que haya logrado imponer su política de aranceles y diseñar . Además, a finales de 2026 se celebrarán en EE UU las elecciones legislativas de mitad de mandato, una cita ante la que el republicano preferirá tener a los mercados —y a los millones de pequeños inversores estadounidenses— a su favor.
Una vez más, y cuando ya van cuatro años de alzas de doble dígito en Wall Street, la perspectiva para el nuevo año vuelve a ser favorable a la toma de riesgos en la inversión: la Bolsa es la protagonista indiscutible en la asignación de activos de los gestores. Ello a pesar de que 2025 termina sin sombra de corrección que deje un punto de partida más asequible para apuntarse rentabilidades en 2026. De hecho, los gestores de fondos encaran el próximo año con el mayor nivel de optimismo de los últimos cuatro años, según la encuesta realizada en diciembre por Bank of America.
“El semáforo del mercado bursátil sigue en verde”, asegura Benjardin Gärtner, director de Renta Variable Global de la gestora alemana DWS. El experto prevé que en los dos próximos años los beneficios crezcan en dos dígitos en Estados Unidos, impulsados por el desarrollo tecnológico, en particular por el aumento del uso de la inteligencia artificial. “No vemos una burbuja de IA, lo que vemos es un auge continuo de la IA”, añade, en una visión compartida de forma mayoritaria por la comunidad inversora.
La inversión en inteligencia artificial es el ingrediente casi unánime en la construcción de carteras para 2026. El desarrollo de la IA promete ser un hito tecnológico comparable, si no de mayor calado aún, a la aparición de internet. De hecho, a la vista de la fiebre inversora en los gigantes tecnológicos y de los elevados múltiplos a los que cotizan surgen de forma inevitable las comparaciones con la burbuja puntocom del año 2000. Los defensores de la IA insisten en que, a diferencia de entonces, los gigantes enfocados en esta tecnología ya dan beneficios millonarios y cotizan a múltiplos muy elevados pero no desorbitantes. “En 2000, las acciones de internet y tecnología tenían valoraciones mucho más altas. La relación precio/beneficio era de 52, es decir, el doble que en la actualidad”, apuntan en DWS. Pero el temor al pinchazo de la burbuja recorre todo el mercado y es de hecho el principal miedo de los gestores.
Por contradictorio que parezca, la IA es la gran oportunidad de inversión de 2026 y también el gran riesgo, lo que obliga a un posicionamiento cada vez más selectivo, en el que intentar ir desentrañando quiénes serán los ganadores y los perdedores de una nueva tecnología cuyos frutos aún están lejos de materializarse. “Nuestra convicción en la IA sigue siendo firme, aunque la oportunidad no está exenta de riesgos. La IA es una tecnología que define una era y, aunque el discurso es convincente, no se pueden pasar por alto indefinidamente los fundamentos y las valoraciones”, señala Louise Dudley, gestora de carteras de renta variable global en la gestora estadounidense Federated Hermes. La experta advierte que para que el sentimiento bursátil siga siendo positivo, será necesario que en 2026 haya “pruebas tangibles de que la inversión en IA se está traduciendo en una expansión de los márgenes”. En definitiva, de que la aplicación de esta nueva tecnología redunda en más productividad. Esa es la gran expectativa, y también el gran riesgo de decepción, para el nuevo año.
Citi señala que la burbuja de la IA probablemente seguirá creciendo en 2026 y cree en cualquier caso que las compañías tecnológicas deben formar parte de la cartera. Pero advierte que no todo girará el próximo año entorno a la IA y apunta que los valores cíclicos, como la banca, pueden obtener buenos resultados en una economía en recuperación. Para Citi, la ampliación del foco inversor más allá de la IA será una estrategia clave. “Esto incluye tanto el S&P 500 como las pequeñas y medianas empresas estadounidenses. Al entrar en el cuarto año de la actual fase alcista, cabe esperar episodios continuos de volatilidad, que pueden ser más acusados dadas las expectativas implícitas de crecimiento. Un punto de partida con una valoración elevada es un obstáculo para el mercado, pero no insuperable”, señala el banco estadounidense.
Citi ve el S&P 500 en los 7.700 puntos, el nivel que también rondan las previsiones de Goldman Sachs y UBS para el principal índice bursátil del mundo y que implican un potencial cercano al 15%. El impulso de los resultados empresariales, al que el sector tecnológico va a contribuir de forma crucial, seguirá siendo el motor del alza bursátil en Wall Street. El trasfondo será una economía en crecimiento, con un aumento estimado del PIB estadounidense superior al de 2025, y con menos temor por los aranceles. “El tipo arancelario efectivo de Estados Unidos se ha estabilizado en torno al 10%, lo que fomenta la reanudación del gasto de capital y la inversión en las cadenas de suministro. Europa se beneficia de la expansión fiscal, mientras que China muestra los primeros signos de estabilización y Japón va por buen camino hacia la expansión fiscal“, resume la gestora estadounidense Capital Group.
La también estadounidense BlackRock, la mayor gestora del mundo, no duda en la apuesta por la Bolsa de EE UU. “Estamos sobreponderados. Los sólidos beneficios empresariales, impulsados en parte por la IA, se ven respaldados por un contexto macroeconómico favorable: la continua flexibilización de la Reserva Federal, el amplio optimismo económico y la menor incertidumbre política, especialmente en el ámbito comercial”, explica la gestora. En cambio, es neutral con la Bolsa de Europa por su retraso en el crecimiento de los beneficios corporativos respecto a EE UU, aunque sí destaca el atractivo de los sectores financiero e industrial europeos.
Vincenzo Vedda, director de inversiones de DWS, aconseja no apostar contra EE UU en 2026, si bien también aprecia oportunidades en Europa. Frente al impulso de Estados Unidos, espera que el crecimiento de la zona euro se desacelere en 2026, aunque con Alemania saliendo por fin del letargo económico. Así, DWS cree que Wall Street será el mercado más prometedor en 2026 y también es positiva con el Dax alemán: la firma calcula que el gasto en infraestructuras y defensa debería contribuir a un alza bursátil de dos dígitos en la Bolsa germana.
Para Robert Schramm-Fuchs, gestor de carteras de Janus Henderson, “las acciones europeas ofrecen puntos de entrada atractivos con sólidas perspectivas de crecimiento”. Y apunta como sectores predilectos a banca, defensa, aeronáutica civil y electrificación, muy vinculado este último a la gran demanda energética que requerirá la IA.
El papel de Europa
Europa es la baza de quienes se muestran más prudentes hacia la inteligencia artificial y buscan un posicionamiento algo más defensivo, con la banca y las eléctricas como sectores protagonistas. La gestora francesa Amundi, que maneja un escenario relativamente optimista para 2026, aconseja contener la apuesta con los gigantes tecnológicos y estar atento ante el exceso de confianza del mercado. “El panorama del crecimiento en Estados Unidos es mixto. Las inversiones en inteligencia artificial son positivas, pero el consumo y el mercado laboral se están debilitando“, avisa Amundi. Ahí estará la Fed con sus bajadas de tipos para contener el deterioro del mercado laboral estadounidense y afrontar el reto de mantener a raya la inflación ante la marcha de Jerome Powell, que finaliza en mayo su mandato al frente del banco central.
El rumbo que tome la Reserva Federal en 2026 será otro de los focos de atención obligados para los inversores, ya hechos a la idea de que el sucesor de Powell se plegará de mejor grado a la exigencia de Trump de un precio del dinero más barato. “Es posible que la Fed tenga que dar prioridad al estímulo del crecimiento económico frente a la lucha contra la inflación, lo que apuntaría a nuevas bajadas de tipos. La debilidad del dólar estadounidense ya ha sido un tema importante en 2025 y es probable que más recortes de tipos ejerzan una mayor presión a la baja sobre el dólar”, apunta Mohammed Elmi, gestor de Federated Hermes.
La evolución del dólar, que en 2025 se ha depreciado cerca del 13% frente al euro, será una cuestión crucial para el inversor europeo que pretenda apostar por Wall Street en 2026. A menos que se cubra del riesgo divisa —con su correspondiente coste—, un dólar más débil restará valor a las posible ganancias en Bolsa estadounidense en su conversión a euros, como ya ha sucedido este año. El alza del S&P en dólares se queda en casi nada al hacer el cambio a la divisa europea.
¿Y qué hay de la inversión en renta fija en 2026? En un mercado tomado por el optimismo bursátil, los bonos tienen un papel secundario en las carteras aunque clave para una correcta diversificación. El reto es seguir apurando rentabilidades cuando en la zona euro los tipos están cerca de haber tocado fondo, si no lo han hecho ya, y en EE UU ya quedan escasos recortes. Y sin olvidar que los inversores también vigilan de cerca los riesgos que entrañan unas economías desarrolladas cada vez más endeudadas, en las que dar un paso en falso en la disciplina fiscal puede suponer una bofetada para las primas de riesgo. “Con la mejora de las perspectivas de crecimiento económico, pero con signos de debilidad en los mercados laborales, los bonos pueden ofrecer una valiosa protección frente a las caídas, en un contexto de incertidumbre continuada”, defiende Capital Group.
BlackRock muestra su preferencia en renta fija por Europa frente a otros mercados. “El punto de partida de Europa (tanto en déficit como en deuda) es más sólido que el de muchos otros mercados importantes. Creemos que esto debería traducirse en una menor presión alcista sobre la prima de plazo que en Estados Unidos y Japón”, asegura la gestora. BlackRock reconoce además que “los bonos del Tesoro estadounidense a largo plazo ya no proporcionan estabilidad a la cartera”, una de las conclusiones que sin duda deja el primer año del convulso mandato de Donald Trump.
El presidente de EE UU ha debilitado el interés de los inversores hacia la deuda soberana de su país a golpe de aranceles y de amenazas, al tiempo que se ha depreciado el dólar y aumentado el deseo de bancos centrales de rebajar su exposición a activos en el billete verde. En ese sentido, para BlackRock el oro es la gran alternativa táctica con la que tener un “plan B”: la gestora recomienda buscar cobertura para la cartera y tener en cuenta los posibles cambios en la confianza de los inversores. “El oro sigue siendo el mejor instrumento de diversificación“, afirma Henning Potstada, director global de multiactivos y director de Renta Fija para EMEA de DWS. El metal precioso es el mejor activo de 2025, con un alza del 72%, y los analistas confían en la continuidad de su subida en 2026. Frente al optimismo cercano a la euforia que rodea a las Bolsas, quien no quiera riesgo en el año nuevo tendrá en el metal dorado donde refugiarse.