Clint Eastwood solo quería conquistar a una actriz con esta película: acabó cambiando las leyes de Hollywood para siempre
'El fuera de la ley', tal vez, se trate del primer gran título de Clint Eastwood, pero lo rodó casi por accidente y le costó una multa de miles de dólares.
Esta podría ser, simplemente, una historia de amor. O el relato sobre un duelo de egos y sobre cómo ganó el que gana siempre. O, incluso, los preámbulos de una relación tormentosa que acabó en demandas y tuvo, incluso, su propio libro. Pero, ante todo, es una historia sobre el cine. No por casualidad la protagoniza Clint Eastwood, al igual que la película en la que todo ocurrió: El fuera de la ley, que puedes ver gratis en España gracias a RTVE Play.
Año 1976. Hacía cinco años que Clint Eastwood se había estrenado al otro lado de la pantalla con la hitchcockiana Escalofrío en la noche. Poco después, hizo doblete con un romance imposible (Breezy) en el que no es difícil advertir los primeros esbozos de Los puentes de Madison y con el fantasmagórico western Infierno de cobardes, a su vez base de El jinete pálido. También había filmado la recaudatoria Licencia para matar. Pero, cuando entró en el plató de El fuera de la ley, lo hacía, en principio, solo como actor. Y, entonces, vio a una chica rubia y todo comenzó a complicarse.
Clint se enamora
Los barbudos que cambiaron Hollywood se llamaban Martin, Francis, Steven, Brian o George. Pero había una segunda división, en la que se encontraba Philip Kaufman: junto a Lucas, había diseñado el personaje de Indiana Jones y, sobre todo, había dirigido La invasión de los ultracuerpos o adaptado La insoportable levedad del ser. También tenía experiencia en western, aunque el suyo, Sin ley ni esperanza, bien podría haber añadido al título: “y sin público”.
El fuera de la ley iba, en principio, a cambiar la tendencia: se basaba en una novela reciente y tenía al actor del cine de vaqueros más popular del momento, Clint Eastwood, como protagonista y productor. El reparto lo completaban nombres menos esplendorosos, como el jefe indio Dan George (Pequeño gran hombre) o, y aquí empiezan los problemas, una actriz rubia llamada Sondra Locke.
Todo habría sido distinto si el director de casting hubiese escogido a Sondra Locke para el papel protagonista de , al que ella optó y que fue a parar a Kay Lenz. , en el imprevisible invierno de su vida (moriría siete años después tras caer, borracho, en su apartamento y golpearse la cabeza con una mesita de noche), no habría estado demasiado interesado en ella y Clint Eastwood se habría quedado sin rivales.