Cártama, la «zona cero» de las riadas: radiografía de una trampa geográfica en el corazón del Guadalhorce
Cártama se ha convertido en el epicentro de la vulnerabilidad hidráulica de la provincia de Málaga. La localidad del Valle del Guadalhorce, y muy especialmente su núcleo de la Estación, ha sufrido tres grandes inundaciones en poco más de doce meses : la dana de noviembre de 2024, el temporal de marzo de 2025 y el episodio más reciente de este mes de diciembre. Esta reiteración ha evidenciado que el municipio se asienta sobre una auténtica « trampa geográfica », agravada por décadas de transformación del suelo rústico en urbano sobre la misma llanura de inundación.Los expertos atribuyen esta extrema fragilidad a la convergencia de factores físicos y humanos. El diagnóstico técnico es claro: el municipio sufre una « tormenta perfecta » provocada por su ubicación en el desagüe natural de la cuenca , recibiendo el agua de todos los afluentes, y la ocupación histórica de la llanura de inundación por viviendas e infraestructuras. Un escenario de riesgo estructural que deja a la localidad expuesta cada vez que el caudal supera los márgenes habituales, al no existir barreras efectivas que frenen la fuerza del agua antes de impactar contra la trama urbana.La encrucijada del valle: un embudo naturalLa orografía de Cártama actúa como un sumidero natural para toda la comarca. El municipio se ubica en una llanura aluvial fértil, rodeada de sistemas montañosos que vierten sus aguas hacia el centro del valle. El alcalde de la localidad, Jorge Gallardo ha explicado gráficamente esta situación: «Recibimos el golpe desde la cara norte y la sur, porque todo está condenado a desembocar en el río».El factor técnico determinante es la confluencia de caudales . El río Guadalhorce recibe en este tramo el aporte de afluentes caudalosos como el río Grande o el río Fahala, además de infinidad de arroyos y ramblas. En episodios de precipitaciones torrenciales, como los 130 litros por metro cuadrado registrados en apenas 12 horas este último fin de semana de diciembre, se produce un efecto de pinza : el agua llega desde la cuenca alta («arriba») y desde las lluvias locales («abajo»), saturando la capacidad de desagüe del terreno. «Si el caudal llega por arriba y por abajo al mismo tiempo, ¿qué defensa nos queda?», ha expresado con preocupación el regidor.Un urbanismo de espaldas a la lógica naturalEl análisis de la catástrofe no puede desligarse de la historia urbanística del municipio . A diferencia del núcleo de Cártama Pueblo, donde romanos, fenicios y árabes se asentaron en las zonas altas protegidas por el castillo, el desarrollo de la Estación de Cártama invadió la zona de flujo preferente del río . «Tenían una fuente de agua cercana, pero sabían que cuando llovía se inundaba toda la vega; por eso se establecieron arriba», ha señalado Gallardo sobre la sabiduría de los primeros pobladores.La Estación de Cártama sin apenas edificaciones en los años 40 ABcSin embargo, el siglo XX trajo consigo una expansión desordenada. El alcalde ha detallado que, en los años 40 , la Estación era apenas «un grupito de casas » rodeado de huertas. «Prácticamente no había ley urbanística », ha justificado el primer edil sobre el crecimiento posterior que cubrió de asfalto y ladrillo los terrenos que servían de alivio natural para las avenidas. El Consistorio estima en centenares las construcciones que colmatan las zonas inundables y ejercen de dique artificial , estrangulando el paso del agua en los límites con Alhaurín de la Torre.Cientos de viviendas taponan el desagüe natural de las sierras configurando lo que los expertos llaman «tormenta perfecta»En medio de este escenario complejo, las actuaciones de mantenimiento impulsadas por el actual Gobierno andaluz de Juanma Moreno han marcado la diferencia entre el daño material y la tragedia . A pesar de la magnitud del caudal, que alcanzó cifras históricas de 1.050 metros cúbicos por segundo y una altura de 5,7 metros, la limpieza del cauce ha funcionado.Lejos de la confrontación partidista, el alcalde socialista Jorge Gallardo ha señalado el mantenimiento de los cauces como uno de los cortafuegos que ha funcionado en zonas vulnerables como Doña Ana. «Es cierto que el dragado del río ha evitado un desastre absoluto », ha reconocido el primer edil. Para el regidor, la magnitud del caudal era tal que, sin esta intervención previa de la administración autonómica, las consecuencias habrían sido irreversibles : «Hoy estaríamos lamentando lo más grande».Aunque el mantenimiento y limpieza del cauce han evitado daños mayores en esta ocasión, la gravedad de los daños ha llevado al Ayuntamiento a solicitar la declaración de zona catastrófica , consciente de que la magnitud de las avenidas del Guadalhorce exige pasar del parche a la solución estructural .El regidor insiste en la necesidad urgente de extender el encauzamiento del río aguas arriba, obra que históricamente se detuvo cerca de la desembocadura, y de ejecutar infraestructuras de laminación pendientes, como la presa en el río Grande. Sin estas obras de ingeniería « definitivas » que dominen el caudal antes de su llegada al valle, Cártama seguirá expuesta a que la próxima gran lluvia vuelva a anegar sus calles.Un ciclo que se repiteLa historia de Cártama es la de una lucha constante contra el agua. Desde las riadas de 1969 y 1989 hasta la devastadora inundación de 2012 , el municipio ha visto cómo el Guadalhorce recupera cíclicamente su territorio. La diferencia radica en que ahora el río encuentra a su paso un entorno densamente poblado y transformado.Los datos técnicos son contundentes. La combinación de lluvias intensas propias del clima mediterráneo, la morfología de embudo del valle y la impermeabilización del suelo por el crecimiento urbano crean un escenario de riesgo permanente . Mientras los vecinos limpian el lodo de sus viviendas una vez más, la realidad geográfica se impone: Cártama está construida en el camino del agua, y el agua, tarde o temprano, siempre vuelve a pasar.

