Crítica de 'La asistenta' (**): Sydney Sweeney encuentra una casa de ensueño y pesadilla
Cumplido ya el trámite de las campanadas y las uvas nos llega esta otra campanada, que casi compite en resonancia y frutalidad con ellas, el estreno de esta película que protagoniza Sydney Sweeney, actriz imbatible con unos tejanos puestos. Hay otros intereses en 'La asistenta', la adaptación de la novela de éxito mundial de Freida McFaddeen, como la pelea por el sitio que mantiene Sweeney contra Amanda Seyfried , y tan a mano abierta que surgen dudas sobre cuál de ellas es la dueña de los tejanos.Noticia Relacionada Crítica de 'Homo Argentum'(**) estandar Si Todos los argentinos dentro de Guillermo Francella Oti Rodríguez MarchanteEl argumento es tan vistoso como estas dos actrices y trata de la relación en una casa digamos lujosa entre la recién contratada asistenta (Sweeney), la señora (Seyfried) y el marido (Brandon Sklenar). El director, Paul Feig, amolda su narrativa a una historia que es fundamentalmente sórdida y de intriga y ofrece píldoras de información para que el espectador se entretenga en rumiarlas y crea saber por dónde va a ir el relato. Con unas cuantas pinceladas, nos descubre un poco que en el pasado de la asistenta Sweeney hay un problema gordo por el que está en libertad condicional; también, que el personaje de Seyfried, la esposa, tiene un cable muy cruzado que de vez en cuando chisporrotea, y nos presenta al marido como un tipo sensato, con paciencia de santo y con los suficientes abdominales como para prever que en esa casa van a pasar cosas y que el jardinero (raro, raro) las presiente con tanta claridad como el espectador… La intriga y los malos presagios están bien dosificados y funciona el giro de guion, más o menos hacia la mitad, que es lo mejor de la película y se hace visible en los gestos de Sydney Sweeney y en la cara de Amanda Seyfried cuando sale de la casa, coge el coche y descoloca el argumento y nuestras previsiones. Un buen giro que le cambia, de paso, el género a la película y pasa a ser casi un thriller terrorífico.El director, Paul Feig, que dirigió aquella serie mítica titulada 'Mad Men', ambienta excelentemente el dudoso gusto en esa casa 'lujosa' y en el vestuario y costumbres de sus ricos moradores, algo que se confirma con las dos o tres apariciones de la suegra de ella, o la madre de él, a la que la actriz Elizabeth Perkins le hace un bordado que podría colgarse en el árbol de Navidad. Y Freig aprovecha los espacios, la picardía de la cámara y los buenos condimentos físicos de sus protagonistas para que las ascuas estén siempre encendidas.Hay varias ideas que lanza la historia de 'La asistenta', pero las más obvias están enfocadas al papel, o papelón, de la mujer en una relación de pareja, a la proverbial solidaridad femenina y a que una habitación sin llave es sospechosa, pero con llave lo es aún más. Hay algunas otras ideas más oscuras y más dignas de burla o miedo, pero se las encontrará el espectador sin necesidad de que andemos destripándolas por aquí.Un buen caldo para empezar el año, lleno de aromas y sabores, con mucha intriga, algún susto y el suficiente mal rollo como para que su estrella, Sydney Sweeney (también productora, junto a Amanda Seyfried), sea motivo de conversación por otro asunto que ese absurdo del anuncio de tejanos.

