‘Ecce Homo’: el desastre milagroso que puso a Borja en la mira del mundo
La hilarante restauración de Cecilia Giménez, fallecida este lunes, protagonizó un furor global. Pero no ha sido el único caso fallido en España
A veces —aunque casi nunca— los desastres en el mundo del arte terminan en milagros. En 2012, una pequeña iglesia de Borja se convirtió en el escenario de uno de ellos. Muchos recuerdan la pintura del Ecce Homo que decora uno de sus muros no por las pinceladas originales del siglo XIX, sino por la “desastrosa” restauración realizada por una mujer —que en ese entonces tenía poco más de 80 años— que actuó de forma espontánea y “sin pedir permiso a nadie”, aunque “con buena intención”. El resultado de la intervención de Cecilia Giménez, fallecida este lunes a los 94 años, no solo fue catastrófico, borroso e irreconocible, también se convirtió en objeto de burla. Sin embargo, el estropicio transformó la obra, atribuida a Elías García Martínez y de escaso valor artístico, en un fenómeno mundial. De pronto, el Ecce Homo y Borja estaban en la mirada de todos.
Desde que Cecilia Giménez intentó restaurar el fresco —de unos 50 centímetros de alto por 40 de ancho—, la historia del pueblo zaragozano dio un giro inesperado. Lo que parecía un desastre —o incluso un crimen contra el patrimonio— se convirtió en el gran acontecimiento histórico de Borja, una localidad de poco más de 5.000 habitantes de la provincia de Zaragoza. La obra de Giménez se recogió en documentales, etiquetas de vino, camisetas e incluso una ópera. Medios de comunicación de todo el mundo, como The New York Times, Le Monde, The Telegraph y la BBC, dieron cuenta de aquel desastre milagroso.
El alcance fue tal, que desde aquel momento la expresió_n ecce homo_ se ha utilizado para referir otras restauraciones fallidas posteriores. Y no todas por obra de vecinos con buena voluntad, sino también por profesionales.
En España, antes que Cecilia Giménez en Borja, otros pintores aficionados se aventuraron a retocar los muros de templos religiosos. Fue el caso de una vecina de Sariñena que, hace más de un siglo, se atrevió a dejar constancia de sus dibujos junto a las valiosas pinturas de Fray Manuel Bayeu. Ocurrió en la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, en Los Monegros. Aunque no puede considerarse una restauración al uso —ya que sus intervenciones no afectaron a los frescos originales—, sus trazos de aspecto infantil causaron un notable estupor cuando salieron a la luz.
El verano pasado, la indignación también se hizo notar en Sevilla tras una intervención en la imagen de la Virgen de La Macarena. La restauración, ordenada por la Hermandad y a manos de un experto, provocó el malestar inmediato entre los devotos y se extendió a buena parte de los sevillanos, que no reconocían el resultado final. En solo una semana el rostro de la virgen, que había convertido a La Macarena en un icono de la ciudad, era otro.
