El fútbol ya no es el deporte con más licencias femeninas en España pese al brillo de la selección
Ese es justamente el verdadero fracaso. El fútbol femenino en España ha confirmado en el año 2025 que vive instalado en una contradicción que ya no se puede maquillar: los mayores éxitos deportivos de su historia conviven con una de las peores gestiones de su estructura competitiva. Nunca se ganó tanto desde la selección y nunca estuvo tan debilitado el ecosistema que debería sostenerlo. España puede presumir con autoridad de Balones de Oro (los 5 últimos), de talento reconocido a nivel mundial y de una selección Campeona del Mundo, de la Nations Cup y subcampeona de Europa. Es una generación excepcional que ha llevado al fútbol femenino español a la cima. Pero ese éxito, sin embargo, no nace de una liga fuerte, como cabría esperar, sino de la suerte de contar con talentos extraordinarios y de la capacidad, sin duda, de saber entrenarlos y trabajarlos. Pero en esos pilares no puede sustentarse la totalidad del éxito. España no ha construido un modelo; ha reunido individualidades brillantes. La Liga F , en global, dejar entrever un proyecto fallido. Económicamente, casi la totalidad de los clubes son estructuralmente deficitarios y solo sobreviven gracias al dinero que les deriva la sección masculina. No hay autosuficiencia, ni autoabastecimiento, ni control real, ni una política clara que garantice viabilidad. La competición se mantiene en pie gracias a transferencias internas, no por un modelo propio. Y eso es responsabilidad directa de sus gestores. El plan y la estrategia para llevarlo a cabo brilla por su ausencia. Noticias relacionadas opinion Si Es fútbol y es femenino Juego de traiciones y agentes dobles para presidir la Liga femenina de fútbol Manuel Merinero estandar Si Es fútbol y es femenino Las dudas que deja el todopoderoso Barcelona Manuel MerineroEn lo deportivo, el diagnóstico es igual de preocupante. Las competiciones nacionales se han convertido en un trámite. El Barça arrasa de momento con superioridad, lo que sin duda empobrece una competición predecible, carente de emoción. El Real Madrid, el equipo del que todos esperábamos que diera la réplica al todopoderoso Barcelona, no termina de arrancar. Internamente, las cosas no están mejor: existe una brecha cada vez más profunda que condena a la liga a la irrelevancia y al hastío . ¿Evidencias que sustentan este relato? Una temporada sí y otra también, la fuga de talento es incesante. Entendible, claro. Jugadoras españolas formadas aquí encuentran fuera estabilidad, salarios y proyectos que la Liga F no puede ofrecerles ni de lejos. Se exporta calidad, pero no somos capaces de retener valor. Una liga que pierde a sus mejores activos es una liga evidentemente mal gestionada. La situación de la base es aún más alarmante. Equipos formativos abandonados, falta de inversión y ausencia total de un plan de desarrollo. No es casualidad que el fútbol femenino haya dejado de ser el deporte con más licencias federativas femeninas en España. Hoy ese liderazgo lo ocupa el baloncesto, que ha sabido mimar su estructura. El fútbol confiaba en que los éxitos arreglarían todo, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Este año, además, deja al descubierto un problema aún más profundo y preocupante: el del comportamiento institucional selectivo. Es decir, se confirmó la sentencia a Luis Rubiales y las instituciones actuaron, con razón, con contundencia y unanimidad. Pero ese mismo sistema guardó silencio ante la denuncia pública de la jugadora Daniela Caracas por un controvertido episodio protagonizado por Mapi León . Ningún comunicado, ninguna posición clara, ninguna defensa explícita de los principios que se gritaron a los cuatro vientos apenas unos meses antes. La coherencia también es una forma de justicia, y en el fútbol femenino español ha brillado por su ausencia. Los gestores de la Liga F y las instituciones que orbitan alrededor celebran los triunfos de la selección como si fueran propios, mientras utilizan esos éxitos como cortina de humo para tapar carencias estructurales y silencios incómodos cada día más evidentes. El fútbol femenino español es hoy un deporte de selección, no de liga. Brilla cuando compite fuera, pero falta mucho para que lo haga en casa. El fútbol femenino español no necesita más títulos para demostrar su valor. Necesita dirigentes a la altura de quienes compiten en el campo. Mientras la selección siga remendando carencias del sistema, la liga se vaciará, la base se deteriorará aún más y el talento seguirá marchándose donde se le valore. Y entonces ya no habrá éxito internacional que valga para ocultar la verdad: el problema nunca ha estado en las futbolistas , sino más bien en quienes han gestionado todo lo demás.Ojalá 2026 traiga cordura a la gestión, porque de eso dependerá que sepamos mantener el reinado mundial que tanto costó conseguir.
