El hombre misterioso que puso en jaque la expansión del Atlético de Madrid
Un denunciante protagoniza el último varapalo judicial contra Almeida y añade interrogantes al proyecto rojiblanco de su nuevo dueño estadounidense. La Ciudad del deporte, ahora empantanada legalmente, incluye de campos de fútbol, una universidad o piscina con olas
Un hombre entra a primeros de noviembre de 2024 en los juzgados de Plaza de Castilla de Madrid, sede del Tribunal Superior de Justicia. Lleva una carpeta bajo el brazo con una denuncia contra el Atlético de Madrid y otra contra el Ayuntamiento. Pocos días antes, el 29 de octubre, el Consistorio había aprobado definitivamente un plan urbanístico debatido con sordina durante el verano: un proyecto millonario que había pasado por un trámite casi invisible.
Durante el verano de 2024, con la ciudad a medio gas y la atención política lejos de Cibeles, el plan especial de la Ciudad del Deporte apenas generó debate y solo el Partido Socialista presentó alegaciones. No hubo movilización vecinal ni debate social apreciable. El expediente avanzó sin ruido, diluido en el verano, cuando los plazos siguen corriendo, pero casi nadie mira.
Alguien, sin embargo, sí estaba mirando. Un particular siguió el procedimiento, leyó las alegaciones, detectó las grietas jurídicas y tomó nota. De aquel trámite estival —del que casi nadie se percató— saldrían después buena parte de los argumentos que acabarían llegando a un tribunal.
El 29 de octubre de 2024, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó definitivamente el plan especial que daba cobertura urbanística a la Ciudad del Deporte del Atlético de Madrid, el proyecto con el que el club rojiblanco aspiraba a transformar los alrededores del estadio Metropolitano y consolidar un modelo de crecimiento menos dependiente del resultado deportivo: 265.000 metros cuadrados, de los cuales 205.000 metros cuadrados eran objeto de cesión por hasta 75 años al Atlético de Madrid.
El acuerdo salió adelante con comodidad gracias a la mayoría del Gobierno municipal del PP. Durante el último año se movió tierra, se activó maquinaria y hasta los jugadores del primer equipo recorrieron con casco lo que el club había diseñado. La Ciudad del Deporte dejó de ser un conjunto de planos para convertirse en una obra reconocible en el entorno de San Blas-Canillejas, a pocos minutos del aeropuerto de Barajas. El proyecto había cruzado una frontera simbólica: ya no era una promesa, sino una intervención real sobre el terreno.