El Lens revoluciona la liga francesa: líder del campeonato por encima del PSG y el Marsella
El equipo norteño, baluarte de un territorio obrero y deprimido, marcha primero en la Ligue 1 y está a un partido de convertirse en el campeón de invierno de Francia
La Navidad está hecha también de pequeños milagros inesperados. Y en el norte de Francia, antes de que se cierre el año en las grandes ligas europeas, en una cuenca minera castigada por el desempleo, lleva semanas ocurriendo uno. Lens, una pequeña ciudad de 32.697 habitantes, está a solo un partido de ver cómo su equipo, orgullo de toda la región, se convierte en el campeón de invierno de la Ligue 1. Una gesta inesperada en una competición gobernada por clubes de enorme poderío económico como el PSG, equipos con una larga historia, como el Olympique de Marsella o, entidades con un gran trabajo del fútbol base, como el Olympique de Lyon. “Es verdad, somos un poco el cuento de Navidad. Pero todo responde a una estrategia de coherencia, trabajo y el alineamiento de todo el club”, explica al teléfono Benjamin Parrot, director general del Racing Club de Lens.
El Lens, propiedad del presidente del Grupo Prisa (editor de EL PAÍS), Joseph Oughourlian, comenzó la temporada bajo mínimos. El equipo se vio obligado a vender a algunos de sus principales jugadores —como El Aynaoui, Facundo Medina, Ryan y Andy Diouf, todos titulares— por la sequía financiera del fútbol francés, causada en gran parte por la escasez en el reparto de derechos televisivos. El equipo cambió de técnico (fichó a Pierre Sage) y de director deportivo (llegó Jean-Louis Leca). También aterrizó en la ciudad minera el propio Parrot, que impulsó un meticuloso proceso de renovación que combinó fichajes de calidad a precios muy ajustados (no más de siete millones de euros), traspasos importantes a Roma e Inter de Milán y la incorporación paulatina de jugadores de la cantera (siete en el primer equipo). El resultado es un equipo intenso muy difícil de someter: tres derrotas y un empate. Y un líder en solitario, un punto por encima del todopoderoso PSG y cinco de ventaja con el Marsella, el tercer clasificado, y a un solo partido —el del día 2 de enero contra el Toulouse— de proclamarse campeón de invierno.
La magnitud de la gesta de los Sangre y Oro —se les llama así por los colores del club, adoptados por la bandera española— puede descifrarse a través de muchos ángulos. El primero responde a la importancia que tiene el club en el territorio (región Alta Francia). El estadio Bollaert-Delelis tiene una capacidad para 38.223 personas_,_ más que el número de gente que vive en la propia ciudad_. “_Nuestro lema es estar orgulloso de ser del Lens. Y puedes ser de la ciudad, pero también de otros lugares. De hecho, el tiempo medio de los aficionados para llegar al estadio es de 50 minutos. Y eso habla del interés que hay en ver los partidos”, apunta Parrot.
La historia del Lens, como ocurre ya solo con algunos clubes de Europa, tiene raíces en el amor por el territorio, la emanación de un vínculo fuerte con un lugar con una de las tasas de paro más altas de Francia y en cuya ciudad el 60% de la población vive en alojamientos sociales. Fueron más de 60 años de explotación minera, 4,8 millones de toneladas de carbón extraídas de los pozos, 2.500 empleados en el momento de mayor actividad. La conversión fue dura. Y el departamento de Paso de Calais, presionado también por la inmigración, atraviesa desde hace años una mutación ideológica donde la ultraderecha se ha abierto paso explotando ciertas desigualdades sociales. El estadio, sin embargo, es una zona franca donde la unidad en torno al equipo es total. “Ser del Lens es devolver el orgullo a un territorio. Y conocer nuestras raíces, perpetuar nuestras tradiciones y potenciar nuestra identidad nos da fuerza y es importante también para la gestión del club”, apunta Parrot.