El presidente aúpa a Otegi como referente «antifascista» y de su mayoría «plurinacional» para reformar el Estado
Al terminar los homenajes a Txiki y Otaegi durante el último Gudari Eguna, el 'staff' de Sortu desplegaba varias planchas negras en el escenario del pabellón Anaitasuna de Pamplona. Tres escaladores se encaramaban a los clavos de esta estructura haciendo y deshaciendo unos nudos dispuestos con cuerdas naranjas sobre ellos. Una representación que sirvió de preludio al discurso de Arkaitz Rodríguez, secretario general del partido heredero de Batasuna y que conforma el núcleo duro de EH Bildu. «Es hora de desatar el nudo que quedó fuertemente atado en el camino hacia la independencia del País Vasco», proclamaba a finales de septiembre. A escasos metros de él, sentado en primera fila junto a Mertxe Aizpurúa, Arnaldo Otegi escuchaba a Rodríguez plantear ante sus bases el trazo grueso del camino que ha escogido la izquierda aberzale de cara a los próximos años. Uno que pretende recorrer junto a Pedro Sánchez y sus circunstancias, tanto judiciales como políticas, en quien ve una «ventana de oportunidad» para avanzar en sus objetivos soberanistas, desarrollando la alianza que ha forjado con él y su Gobierno en las últimas legislaturas. Un acercamiento progresivo, hasta recibir a EH Bildu en Moncloa e incorporar a la coalición a conversaciones de Estado como la Defensa u otorgarles la bandera de otros temas nucleares como la política de vivienda, donde las exigencias de Otegi pocas veces han sido públicas hasta después de verse cumplidas. Desde el acercamiento y la progresión de grado para los presos de ETA, hasta la alcaldía de Pamplona. Ahora, con Sánchez en el alambre, sí las repite cada vez que tiene ocasión, apuntando a la reforma de la monarquía constitucional y el «reconocimiento de las naciones sin Estado» para seguir del lado del presidente del Gobierno.El documento guía de Bildu fija «un proceso soberanista de carácter gradual» como la estrategia para avanzar en la construcción de la «República Confederal de Euskal Herria»Se trata de una reclamación básica en el discurso de la izquierda aberzale, pero que ha tomado peso el último año. El documento guía aprobado por la Mesa Política de EH Bildu en octubre de 2024, refrendado cuatro meses más tarde en el III Congreso donde fue elegido Arnaldo Otegi como secretario general, fijaba «un proceso soberanista de carácter gradual» como la estrategia para avanzar en la construcción de la «República Confederal de Euskal Herria». Cuatro meses después, aprovechando el estallido en junio del 'caso Cerdán', Otegi lo colocó como prioridad. Cabeza visible de la 'mayoría Frankenstein'Desde entonces, EH Bildu considera que «ya no vale» el argumento de «frenar a la derecha» para mantener su apoyo a Pedro Sánchez. Sin abandonarlo, es más, posicionándose como referente de ese 'muro' levantado por el presidente del Gobierno durante su última sesión de investidura, va más allá. Considera que la corrupción es inherente al «Estado español», uno que le pide transformar para reconocer su «plurinacionalidad». Para eso, ha intentado erigirse los últimos meses en la cabeza visible de la 'mayoría Frankenstein' mientras esta ha ido abandonando, progresivamente y al menos en las formas, al líder del PSOE.En base a esa idea comenzó en julio una ronda de contactos con los distintos partidos políticos con representación en el arco parlamentario a excepción del Partido Popular, Vox y Unión del Pueblo Navarro; que culminó el 11 de diciembre con un viaje exprés a Waterloo para reunirse por segunda vez con Carles Puigdemont . Unos encuentros, todos, en los que también participa Gorka Elejabarrieta, el responsable dentro de la dirección de EH Bildu a la hora de tejer las relaciones con otras fuerzas políticas y que ha acompañado a Otegi en su gira. En el caso de Puigdemont, ambas partes constataron «la necesidad de la colaboración entre ambas naciones (el País Vasco y Cataluña en el imaginario nacionalista)» ante la «complejidad del contexto actual» . Tanto Bildu como Junts per Catalunya se comprometían «a seguir trabajando con este propósito como han hecho desde hace años junto con otras fuerzas soberanistas». Una «mayoría» que Otegi ya había conseguido reunir tres semanas antes en Bilbao, en una manifestación «contra el fascismo» a la que acudieron representantes de ERC, la CUP, Junts, BNG, Podemos o distintos partidos que configuran Sumar, aunque no bajo el paraguas de la marca de Yolanda Díaz. Otegi llamaba a «romper las reglas trucadas del franquismo», ofreciendo su «mano tendida» para frenar el autoritarismoBajo la lluvia y desde las escaleras del Ayuntamiento, Otegi llamaba a «romper las reglas trucadas del franquismo», ofreciendo su «mano tendida» para frenar el autoritarismo en «términos institucionales, políticos y movilizadores» . El líder de la coalición soberanista prometía que «si es por EH Bildu y Euskal Herria Bai (su marca francesa), no habrá ningún gobierno de derechas» y especificaba: «No hacemos distinciones entre PP y Vox porque son parte del mismo bloque reaccionario que diseñó la transición». Ese es el nexo que utiliza para tratar de unir bajo su marca a partidos nacionalistas y de la izquierda alternativa de otros puntos de España.Desde entonces, el señalamiento habitual al partido de Santiago Abascal, que es excluido recurrentemente en las instituciones del País Vasco no solo por Bildu, sino también por el PNV y el Gobierno vasco, se ha trasladado también al PP. Es ahí donde se enmarca, por ejemplo, el ataque de Ernai, juventudes de EH Bildu, a la sede de los populares en el centro de Bilbao. Uno que ellas mismas publicitaron como acto de propaganda para convocar otra manifestación por la «independencia» el pasado 20 de diciembre en la capital vizcaína, que terminó con la quema de banderas de España frente a la sede de la Capitanía Marítima.
