El presidente del Gobierno se prepara para llevar a Bruselas su estrategia de confrontación
El presidente del Gobierno da señales claras de que quiere trasladar a Europa el debate político español para poner al Partido Popular en una situación lo más incómoda posible . Para ello necesita abocar a los populares a pactar con Vox en sucesivas comunidades autónomas y deslizar la situación para crear un debate paralelo en la Eurocámara. En los próximos plenos de Estrasburgo, en efecto, se van a decidir votaciones emblemáticas en las que Sánchez quiere que los socialistas se mantengan al lado de la extrema izquierda y, sobre todo, de los verdes, de modo que los populares se vean abocados a pedir ayuda a los grupos de radicales de derecha y euroescépticos para sacar adelante sus objetivos, sabiendo que ese debate puede incomodar a todo el PP europeo.Cuando Pedro Sánchez envió su carta hace dos semanas a Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, pidiendo que no se anulara la fecha del 2035 para sacar del mercado los motores de explosión ya tenía que ser consciente de que cuatro días más tarde el ejecutivo comunitario pensaba anunciar precisamente su nueva propuesta que abre la puerta para que los fabricantes continúen con esta tecnología. Entre las especulaciones que circulan en Bruselas para justificar aquella carta se cuenta que tal vez se lo pidió la actual vicepresidenta de la Comisión, Teresa Ribera, que luego tuvo que aprobar esta decisión el 16 de diciembre como miembro del Colegio de Comisarios. Sin embargo, lo más probable es que se tratase de un gesto dirigido de forma indirecta al líder de los populares europeos, el alemán Manfred Weber, que en esas mismas fechas había dado por hecho que la Comisión aprobaría una propuesta para salvar a los motores de gasolina o de diésel.Controvertido artículo de opiniónMenos comprensible fue la publicación de un artículo de opinión en páginas de 'Politico' en el que reclamaba que se apliquen en toda la UE las medidas para constreñir la libertad de los compradores de viviendas que manejan dentro de su coalición de Gobierno, un día después de que la Comisión hubiera presentado su plan de «vivienda accesible» en la que se propone sobre todo reducir los obstáculos legales y administrativos para la construcción de viviendas nuevas. Según los usos habituales de la burbuja comunitaria, sería difícil considerar esto una simple desautorización directa por parte de la Comisión Europea antes que una decisión del propio Sánchez para mostrarse activo e intentar marcar la futura agenda política en Bruselas. En estos momentos en Europa solo hay tres gobiernos socialistas: España, Dinamarca y Malta, lo que significa que el poder en el Consejo Europeo está claramente decantado del lado de los popularesEn los últimos años, los socialistas han sido sustituidos por populares en tres países importantes, Alemania, Suecia y Portugal. En estos momentos en Europa solo hay tres gobiernos socialistas: España, Dinamarca y Malta, lo que significa que el poder en el Consejo Europeo está claramente decantado del lado de los populares, que también son el primer grupo del Parlamento Europeo. Dado que estas dos iniciativas que han interesado a Sánchez tienen que ser ratificadas tanto por el Parlamento como por el Consejo, su única posibilidad de mostrar que aún le queda capacidad de influencia en Europa es poner un precio muy alto al apoyo del grupo socialista en el Parlamento Europeo, que es el segundo en número de diputados y tiene al frente a una de sus fieles, Iratxe García. Hasta ahora, Sánchez ha demostrado poca sutileza a la hora de llevar la contraria a la corriente dominante en Europa , ya sea con acuerdos con empresas chinas como Huawei que en el resto de la UE se consideran de alto riesgo, con amistosos viajes oficiales a Pekín cuando la política comunitaria estaba tratando de marcar los límites con China o incluso con su innecesaria actitud desafiante hacia Donald Trump dentro de la OTAN. Aunque estos últimos gestos en forma de carta o artículo no deberían extrañar a nadie, en este caso algunos ven ahora una posible estrategia para intentar que la política europea se polarice en torno a esos asuntos como el coche eléctrico y la vivienda a la espera de la votación en la Eurocámara y como preparación también para el próximo reparto de cargos institucionales a finales del 2026, en el que los socialistas se han quedado con poco margen de maniobra. Para los populares europeos, el debate sobre los pactos con los grupos situados a su derecha es una cuestión muy espinosa para los democristianos alemanes , ya que entre esa panoplia de nacional populistas se encuentra Alternativa por Alemania (AfD) al que se ha impuesto un estricto «cordón sanitario» por sus derivas próximas al nazismo. En noviembre, cuando se aprobó el primero de los paquetes legislativos para simplificar la burocracia en las empresas, los populares no quisieron pactar con los socialistas después de un primer intento fallido y dejaron que los grupos de radicales de derecha les apoyaran. Pero fue tan escabroso que el propio Weber tuvo que salir a explicar que los votos de AfD «no eran necesarios», ante los riesgos de perder apoyos en Alemania. La situación puede repetirse con frecuencia si Sánchez insiste en radicalizar a los socialistas europeos.

