El reconocimiento israelí de Somalilandia agita el Golfo por sus implicaciones estratégicas
Netanyahu indigna a muchos al establecer relaciones con la región separatista de Somalia. Es el primer país, en una decisión que puede cambiar el Cuerno de África y Oriente Próximo
El reconocimiento israelí de Somalilandia —el primero desde que declaró su independencia de Somalia en 1991 y comenzó a funcionar en la práctica casi como otro Estado— ha mostrado en apenas tres días su importancia estratégica, visible en la infinidad de condenas (y algunos silencios significativos) que ha recibido hasta llegar este lunes al Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras Donald Trump respondía “¿Alguien de verdad sabe qué es Somalilandia?” a si Estados Unidos también se planteaba reconocerla, la rueda de la indignación ha ido creciendo allí donde más se sienten sus potenciales implicaciones, incluidas las militares.
Con acceso al mar Rojo y a unos 300 kilómetros de la zona de Yemen controlada por los hutíes, es además uno de los tres territorios sondeados por el Gobierno de Benjamín Netanyahu para acoger a gazatíes en pleno auge del plan de Trump para vaciarla de palestinos y crear la Riviera de Oriente Próximo.
Somalilandia es una región separatista de 137.600 kilómetros cuadrados e inclinación prooccidental que pide, sin éxito, su reconocimiento desde hace tres décadas. Recientemente, inició una ofensiva diplomática con la vista puesta en EE UU (el senador Ted Cruz es uno de los que promueve reconocerlo). El mes pasado, de hecho, declaró que dejará de reconocer los visados emitidos por Somalia y exigirá autorización directa a cada avión que entre en su espacio aéreo, separándolo de la soberanía nominal de Mogadiscio.
El pasado viernes, y por sorpresa, Israel se convirtió en el primer país en reconocerla. La declaración formal, firmada por Netanyahu y su titular de Exteriores, Gideon Saar, apela a los “valores e intereses estratégicos compartidos”. Miles de habitantes de Somalilandia lo celebraron con fuegos artificiales, bailes y alguna bandera israelí. Las celebraciones continuaron el domingo en un estadio de la capital, Hargeisa.
El ambiente ha sido otro en casi todo el Cuerno de África y Oriente Próximo. Las condenas han sido tan previsibles como prácticamente unánimes y continúan hasta hoy. En Mogadiscio, la capital somalí, miles de personas salieron a las calles pisando y rompiendo carteles con la imagen de Netanyahu. En otras latitudes, el tema ha pasado más desapercibido. La Unión Europea, por ejemplo, reafirmó “la importancia de respetar la unidad, soberanía e integridad territorial de Somalia”, pero sin criticar el reconocimiento israelí. En el comunicado se limitaba a mencionarlo.

Asher Lubotzky es investigador sénior en el Instituto Israel-Africa, con sede en la localidad israelí de Herzliya y ayudante de cátedra en la Universidad de Houston, en EE UU. Considera que el reconocimiento tiene que ver “al 100%” con la rivalidad entre Israel e Irán. Más concretamente, con , los aliados de Teherán que Estados Unidos e Israel han bombardeado tras interrumpir el comercio marítimo en el mar Rojo y lanzar misiles y drones (casi siempre interceptados) contra el Estado judío en los dos últimos años, “en solidaridad con los hermanos de Gaza”
