Guerra por la Navidad: la entrañable fiesta que no debe ser nombrada
Tan tradicional ya como el turrón, los polvorones o el roscón es el desprecio a la Navidad de algunos inagotables sucedáneos de Ebenezer Scrooge. Unos se quejan del consumismo exacerbado, otros de que perpetúa roles de género y un modelo de familia tradicional. Los hay que consideran poco inclusiva una fiesta de carácter marcadamente religioso y, para otros, se ha visto alterada al no ir acompañada de la fe de otros tiempos. No es la primera vez que, a lo largo de la historia, la Navidad se ve atacada . Durante la Edad Media, eran fiestas incómodas, demasiado jolgorio y desmadre, que fueron reprimidas por el Concilio de Trento. En el S. XVII, el tribunal de la Corte de la Cámara Estrellada las prohibió en Inglaterra. Durante las revoluciones francesa y rusa se vieron acechadas por las autoridades. Ahora son los movimientos identitarios y la ya agonizante doctrina 'woke' los que, desde hace años y en la confortabilidad de su hegemonía en la academia, los medios y las instituciones, pretenden, si no acabar con ellas, sí al menos desvincularlas de sus orígenes cristianos y valores tradicionales. Tan clásico ya como el árbol, el nacimiento o los villancicos son las piruetas dialécticas de aquellos para obviar la palabra «Navidad». En 2021, incluso, la Comisión Europea desarrollaba un documento (finalmente retirado) que, a modo de guía de lenguaje inclusivo, recomendaba evitarla al expresar felicitaciones porque hacerlo era dar por supuesto el cristianismo de nuestro interlocutor y suponía desatender la necesaria sensibilidad frente a la existencia de tradiciones religiosas diferentes. Así, se felicitan las fiestas, tan entrañables celebraciones, estas fechas especiales, el solsticio de invierno o la festividad del sol Invictus. Todo con tal de, a lo Lord Voldemort, no nombrar lo que no debe ser nombrado. Todo con tal de, a lo Lord Voldemort, no nombrar lo que no debe ser nombradoEl presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no felicita la Navidad, sino las fiestas, claro. Y lo hace en español, en catalán, en euskera y en gallego (ni en aranés, ni en bable, ni en silbo gomero), Y remarca el mensaje implícito de no nombrarla con un «las vivas como las vivas» muy significativo. Lo acompaña de un breve vídeo en el que aparece muy sonriente, tuteando al espectador y deseando «lo mejor en estas fechas». Ione Belarra, secretaria general de Podemos, opta por evitar toda referencia y, en su lugar, publica una crítica al discurso del Rey, refiriéndose a él como «nieto político de Franco». Su diputada por Baleares, Lucía Muñoz, va más allá y, desde el programa Invierno Rojo de Canal Red, desea «la desaparición del Estado de Israel , una Palestina libre desde el río hasta el mar», lo que le ha valido acciones penales contra ella por delitos de odio e incitación pública a la violencia por parte de la Asociación Acción y Comunicación sobre Oriente Medio (ACOM). También Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana, prefería no felicitar nada y sí compartir una foto del Rey durante su discurso junto a la leyenda «…el acceso a la vivienda es un problema…». Desde el Ministerio del Interior felicitaban las fiestas con un poema de Antonio Machado; desde el de Sanidad, nada que celebrar y ningún mensaje especial (tampoco desde el de Hacienda o el de Defensa); desde el de Juventud e Infancia, felices fiestas sin 'sharenting' (sobreexposición en redes de imágenes de niños por parte de los padres). El Ministro de Agricultura, Luis Planas Puchades, felicitaba las fiestas, igual que la Ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant.Sí felicitaba la Navidad el Ministro de Transportes, Óscar Puente, rompiendo la tradición de este GobiernoSí felicitaba la Navidad el Ministro de Transportes, Óscar Puente , rompiendo la tradición de este Gobierno de no llamarla por su nombre. Y también, en una especie de chiste satírico si atendemos al desastre ferroviario de los últimos tiempos, felices viajes. Acompañaba el navideño mensaje con una imagen generada por inteligencia artificial con una versión, embellecida y muy sonriente, de sí mismo junto a un tren antiguo y nevado, decorado con una corona de adviento (el típico regional de media distancia). También Alberto Nuñez Feijóo felicitaba la Navidad («Una época en que la grandeza nace de la humildad») con la fórmula clásica y un vídeo con imágenes de un belén, celebraciones familiares, árboles de navidad, niños y brindis. Todo aquello que uno relaciona con la Navidad. Isabel Díaz Ayuso también compartía el «Feliz Navidad» y la actuación de Hakuna Group Music, del movimiento católico juvenil Hakuna, en una abarrotada, festiva y muy navideña Puerta del Sol. También la utilizaba Yolanda Díaz en un vídeo en el que, además, hacía un recorrido de un minuto por el trabajo realizado por su ministerio en este 2024 que acaba. Por todo adorno referencial, una flor de pascua sobre la mesa. Santiago Abascal, con un breve vídeo hecho por él mismo desde su propio móvil junto a un nacimiento, felicitaba las Navidades «a todos los españoles de bien». Termina colocando en este la figura de la mula junto al niño Jesús y diciendo que se identifica mucho con ella (la mula en el pesebre simboliza la humildad y el trabajo, el servicio silencioso). Felicitación a la «comunidad cristiana»La más llamativa, con todo, ha sido la felicitación del Ministerio de Presidencia, que felicitaba a «la comunidad cristiana» en el día de conmemorar el nacimiento de Jesús. Como si las raices de nuestra cultura no fuesen cristianas, como si fuese este un colectivo minoritario y residual, casi exótico. Reparaba en ello la columnista Sonia Sierra, que preguntaba en la antigua Twitter, irónicamente, si alguien recordaba «cuando vivíamos en un país normal en el que se felicitaba alegremente la Navidad sin caer en el ridículo». La reacción del habitual coro de activistas de lo progre no se hacía esperar y, con la politóloga (y analista, y jurista, y tertuliana, y periodista, y columnista ) Sarah Santaolalla a la cabeza señalando el camino, la acusaban de, en el mejor de los casos, fascista y ridícula. Ignacio Escolar se apresuraba a señalar que todo esto de demonizar el «felices fiestas» no es más que una «batallita cultural» del PP importada de Estados Unidos. Parece que la polarización alcanza hasta al modo de felicitar a los seres queridos en fechas especiales. Y que, hoy, lo contracultural, lo reaccionario, es felicitar la Navidad.

