Las distorsiones en la cadena de suministro de Toyota, pico de 2025
Su plan de enviar vehículos hechos en EE UU a Japón tiene sentido diplomático, pero el económico es dudoso
Probablemente, enviar vehículos fabricados en Estados Unidos a Japón no estaba en los planes de Toyota hace un año por estas fechas. Ahora, el mayor fabricante de automóviles del mundo quiere vender tres modelos de este tipo en su país de origen, que es un centro de exportación con una demanda interna en declive, por lo que la viabilidad económica es dudosa, pero al menos Toyota puede permitirse anteponer la diplomacia.
El paladín nacional de Japón tiene como objetivo ofrecer el sedán Camry, el utilitario deportivo Highlander y la camioneta pickup Tundra en su mercado nacional a partir de 2026, según un comunicado de prensa del pasado día 19. Es una forma de terminar el año descabellada en muchos sentidos.
Las cuentas de suministro no cuadran. El año pasado, el campeón nacional vendió 1,4 millones de coches en Japón, pero fabricó allí más del doble de vehículos. En Estados Unidos ocurre exactamente lo contrario: las ventas de 2,3 millones en 2024 quedaron por detrás de la producción local de 1,3 millones. Y los argumentos para mantener esos coches en Estados Unidos son más sólidos que nunca desde que el presidente Donald Trump sextuplicó los aranceles sobre las importaciones de automóviles procedentes de Japón hasta el 15%, mientras que los fabricados en México y Canadá se enfrentan a aranceles del 25%.
Tampoco está claro si existe demanda. Las ventas de automóviles nuevos en Japón se redujeron por quinto mes consecutivo en noviembre, según Nomura. Es posible que los automóviles más grandes al estilo estadounidense no resulten atractivos: Toyota dejó de ofrecer el Camry fabricado localmente en Japón en 2023 después de que las ventas anuales se redujeran a la mitad en cinco años, hasta menos de 10.000 unidades, según Asian Automobile Analysis. Los coches también podrían ser relativamente caros, ya que Toyota tendría que incluir en el precio, o absorber, los gastos de transporte, mano de obra estadounidense y otros costes.
Un plan similar anterior tuvo dificultades para despegar. En 1995, la empresa dio a conocer sus planes de importar el Toyota Cavalier, un rebautizado sedán de General Motors, en parte para dar un “nuevo impulso” a las relaciones industriales entre Japón y Estados Unidos. El coche solo vendió unas 40.000 unidades en cinco años.
Para ser justos, en 2025, dar prioridad a la diplomacia es de rigor. Estados Unidos es el mayor mercado de Toyota, y estas concesiones pueden haber ayudado a persuadir a Trump para que redujera los aranceles del 27,5% anterior al 15%. Tampoco es la medida más extravagante que se ha propuesto: el mes pasado, Toyota se comprometió a invertir hasta 10.000 millones de dólares (8.500 millones de euros, al cambio actual) en Estados Unidos e incluso planteó la posibilidad de permitir que sus rivales estadounidenses aprovechen su red de concesionarios para vender sus vehículos en Japón.