Los mejores platos y recetas para pasar la resaca del uno de enero
SOURCE:El Pais|BY:Lakshmi Aguirre Iglesias
“Año Nuevo, vida nueva”, dicen, pero después del fiestón de Nochevieja no es tan fácil seguir en pie. Para recuperarte con cierta dignidad, hemos preguntado a expertos y expertas por sus remedios gastronómicos
Solo hay que mirarse al espejo el día de Año Nuevo para saber que la madrugada anterior se ha cometido un error. El rostro lánguido oscurecido bajo los ojos como Kingsley Amis, restos de purpurina en los lugares más insospechados; el oleaje en el estómago, la disforia, ráfagas de imágenes como en una película noventera de Guy Ritchie colándose entre la niebla densa que cubre el cerebro. Es el cuerpo vengándose por haber bebido demasiado. O por haber bebido mal (algo que puede pasar incluso más a menudo).
El mejor remedio para la resaca es la sobriedad, eso lo sabemos. Sin embargo, eliminar esa posibilidad de la ecuación durante la Nochevieja es casi tan difícil como recordar cómo has llegado a casa el primer día del año. Así, si el primer consejo es la mesura, “la sobria ebrietas, tratar de evitar no solo la resaca sino la vergüenza y ridículo del mal ebrio”, como nos recuerda Borja Insa, mejor coctelero de España World Class 2024 y capitán de Moonlight en Zaragoza, el segundo es “tomar una cucharada de aceite un rato antes de comenzar la ingesta de alcohol, lo que encapsula parte de él para que sea expulsado sin llegar a la sangre”. A esto ayuda también la bacanal gastronómica con la que solemos despedir el 31 de diciembre.
“Como sommelier cuarentona solo te puedo decir que lo mejor es intercalar una de agua y una de vino (o de lo que sea) durante la noche”, recomienda Meritxell Falgueras de Wines and The City, “y volver a comer (otra vez) antes de irse a la cama”. Si el desastre es inevitable o sabes que te vas a tirar cuesta abajo sin frenos al festival etílico, tirar de pragmatismo parece ser la mejor idea: pensar en el día de mañana y prever en la nevera lo necesario para pagar la factura con cierta dignidad.
Sobras, sopas y mantequilla
Lo bueno de estas fiestas son las sobras, así que el ejercicio no es muy complicado. De ellas, precisamente, tira la cocinera y comidista Claudia Polo, quien asegura seguir recordando la resaca del año pasado: “El día 31 nos lo pasamos cocinando una lasaña de setas, muchísimas setas en brunoise al horno con las que marchamos un guiso con chalotas, zanahoria, ajo, tomate, nata, caldo… al fuego durante dos horas. Sale un relleno que hace casi de bechamel. Es legendaria”. El uno cayó una bandeja entera.
Carles Armengol, autor de Collado, la maldición de una casa de comidas y Matar un bar, y cocinero en la librería +Bernat de Barcelona y entrenado en la noche, hacía lo propio con la escudella que preparaban en el restaurante familiar: “La engullía con la mano temblorosa a escondidas dentro de la cocina y con el calor de los fuegos funcionando a toda castaña. Hacíamos un menú de Año Nuevo y se petaban los dos comedores: yo el 31 siempre salía y aparecía por el bar a currar de doblete, donde servía platos con el sello del after marcado en la frente”, confiesa.
No hay quien no haya buscado consuelo en varios litros de agua. Muchos tiran de sopas. Pepe Carvalho, el personaje de Vázquez-Montalbán que de esto sabe un rato, combate la resaca con café, sopa de pescado y, a veces… algún vermú. La gastrónoma MFK Fisher, tesorera de remedios gastronómicos tanto para un roto como para un descosido, apostaba también por los caldos, además de los huevos pasados por agua y pan untado de mantequilla. Porque la mantequilla, además, es bálsamo emocional. Bien lo sabe Claudia González Crespo, periodista gastronómica especializada en coctelería, para quien la buena mantequilla, la cántabra como ella, es un ingrediente indispensable en cualquier desayuno post fiesta: “Un buen pan con mantequilla y mermelada casera lo cura todo: me sirve en cualquier versión, porque un sobao pasiego con ColaCao también es un método anti resaca total”.
Mikel López Iturriaga es otro que apuesta por el camino de la hidratación con “un caldo valiente, que si antaño calentaba a los arrieros y gañanes en el frío invierno de Albacete y Jaén, no veo porqué no nos va a reanimar en Año Nuevo”. Es facilísimo de hacer: en una cazuela con un buen chorramen de aceite, rehogas dos o tres minutos media cebolla cortada en dos, un par de dientes de ajo, un tomate maduro cortado por la mitad (o 200 gramos de tomate triturado), una patata pequeña cortada en rodajas gruesas, dos hojas de laurel, un par de guindillas y sal. “Añades una cucharadita de pimentón y otra de comino y les das una vuelta rápida; cubres con un poco más de un litro de agua y lo dejas cociendo unos 45 minutos tapado. Sacas las pieles del tomate y las hojas de laurel, trituras, corriges de sal y ya tienes una sopita que revive a un muerto”. Sí, va por ti.
Platos contundentes de resurrección
Luego está quien, como el cocinero Anthony Bourdain, que tiraba de cocina china picante —concretamente de Sichuan— no duda en meterse la contundencia misma entre pecho y espalda para mitigar la cornada de la resaca. Insa tira por un asado de ternasco con patatas bien empapadas de sus jugos. Eso sí, conlleva un ritual: “A mí solo me funciona beber de una botella bien fría de agua como si mi vida dependiera de ello, después un antiinflamatorio, una ducha caliente terminada en fría, el asado y una siesta. Podríamos recordar a la chef Samin Nosrat y llamar al remedio Agua, ducha, grasa, siesta”. La siesta, esa bendición.
La coordinadora y editora de esta casa, Mònica Escudero, apuesta por algo tan efectivo como sencillo, que podrás perpetrar incluso en el más lamentable de los estados (al que, recordamos, no hay que llegar). “Intento mantenerme fuera de la zona catastrófica porque soy consciente de los efectos del alcohol sobre la salud, y además estoy en esa edad en la que dura más la resaca que la borrachera”, aclara. Pero si alguna vez pasan cositas, apuesta por el combo Vichy y bocata. “Empiezo con agua con gas muy fría, y en cuanto atisbo algo parecido al hambre me lanzo al remedio catalán por excelencia –para casi todo, resaca incluida–; el bocadillo de fuet”. Considera que aporta el punto justo de grasa e hidratos que le pide el cuerpo, “puedes comértelo poco a poco mientras la cosa se regula y se mantiene en perfectas condiciones; además si te animas y quieres otro lo tienes en un minuto; es un compendio de ventajas”. Con una peli de Marvel de fondo y una mantita, asegura que funciona el doble.
En la línea de llenar el estómago el líder comidister López Iturriaga propone una pasta al microondas “porque en este trance no se está para muchas gaitas en la cocina”. Las instrucciones: “Mezclar 100 gramos de macarrones y unos 700 mililitros de agua en un bol que se pueda meter en dicho trasto, añades una pizca de sal y cocinas a máxima potencia cinco minutos”. Remueve con cuidado y vuelve a darle caña un minuto más; pruebas la pasta y vas repites el minuto hasta que esté a tu gusto. Cuela la pasta sin tirar el agua, la pones en un bol y añades una buena cucharada de mantequilla, 50 gramos de parmesano, pecorino o el queso curado que tengas a mano rallado, un poco del agua de cocción y la mantequilla. “Remueves hasta que se forme una salsa cremosa: si queda muy pastoso, añades un poco más de agua de cocción; si queda muy líquido, más queso. Sazonas con pimienta negra recién molida abundante, corriges de sal y te lo zampas inmediatamente”, remata. Riquísimo, incluso si no has sufrido daños previos.
Las resacas son internacionales
El hachazo, la mona, la cruda, la goma. La resaca tiene su propio nombre en todas partes, porque en todas partes cuecen habas. Carlos Marrufo, de la coctelería Marrufo de Madrid es de Oaxaca (Juárez), y si México está en muchos de sus cócteles en forma de tequila y de mezcal, también aparece en su arsenal de remedios para sobrellevar el día después: “Desayunarte unos chilaquiles es infalible. Totopos –triángulos de tortilla de maíz fritos– bañados en salsa picante roja o verde; o divorciados que es como se les llama cuando llevan las dos salsas, nata ácida, frijoles, queso fresco y alguna proteína (pollo, chorizo, huevo o todas las anteriores)”. Un desayuno contundente y abundante que te deja listo para afrontar cualquier día y cualquier resaca.
De más al sur, concretamente de Ecuador, es Claudine Paulson, chef del restaurante Clómada, en Málaga. La ex tenista profesional antes que cocinera, cuando está de “chuchaqui”, prepara bolón: “Se pela un plátano macho (le llamamos verde), lo freímos a temperatura media, le echamos mantequilla, chicharrón frito y queso fresco y hacemos una bola que se fríe de nuevo. A veces se toma con huevo frito o poché encima”. Reconoce que con o sin resaca, muchos ya amanecen con ganas de bolón. “Es mencionar este plato a cualquier ecuatoriano y se le iluminan los ojos”.
Para eliminar el efecto arrastre de demasiados pisco sour y chilcanos, Omar Malpartida, cocinero del restaurante peruano Maymanta de Barcelona, tira por un vaso de leche de tigre, la del ceviche, o en su defecto, del aguadito. “Langostino, pulpo y calamar flambeados o sellados en una sartén; ee les agrega ajo, cebolla picada, se hace un sofrito base y se le suma puré de cilantro y un poco de pasta de ají amarillo·. Después, caldo de pescado o de marisco y arroz, que se deja cocinar en ese caldo verde. “Se termina con guisantes, zanahoria en cubitos y un chorro de limón”. Según nos cuenta, es excelente tras la fiesta pero también durante la misma, cuando se sirve de madrugada en tazones para apaciguar el estómago (y seguir).
Lo que queda claro es que el día de mañana; que además de la terrible película de Roland Emmerich es algo a lo que tienes que enfrentarte aunque no quieras, puede ser cuando te hundes en la miseria o te agarras al salvavidas de la cocina. Eso sí, como bien dice el jefe: “La resaca no tiene cura: si pimplas, asume tu penitencia y déjate de trucos mágicos porque no los hay”. En la vida tenemos pocas certezas y esta es una de ellas: queda en ti que la fiesta haya merecido la pena.