Los Santos Inocentes
Más que un libro es un paisaje. La fotografía de un tiempo: el de una España bruta con hambre. Sin florituras ni reproches, sin intentos por suavizar ese papel de estraza que dolía cuando rozaba. El libro de Miguel Delibes es un grito sordo del costumbrismo real. El campo y la España vacía verdadera, no la de los yupis agotados de la ciudad con conexión 5G porque si no revientan. Pero en este día uno no se acuerda sólo de la buena literatura. También de las bromas, de las tradiciones y de los orígenes de este día que asusta y divierte a partes iguales. En Madrid, el día de los Inocentes era comprarte media tienda Vicente Rico. Mi padre se llevaba todos los almohadones que se tiraban cuescos, que colocaba bajo cada almohadón de los sillones de la casa de sus padres. Teníamos prohibidas las bombas fétidas, pero se premiaba el ingenio de las bromas bien pensadas. Antiguamente se pegaba un monigote a las espaldas de los incautos y los medios de comunicación también entraban al trapo publicando alguna noticia falsa. Muchos de ellos publicarán hoy alguna real porque el resto del año cuentan las fantasías de quienes les pagan las nóminas. Mis tíos, Gonzalo y José Luis Ussía, que trabajaban en la Minería de Ponferrada, hacían una broma de una precisión asombrosa al director técnico, Marcelo Jorissen. Un día, llegó el Sr. Jorissen al despacho y dejó en el perchero un sombrero nuevo que se había hecho a medida en Lock and Haters en St. James Street en Londres. Mi tío José Luis comprobó la talla y organizó un viaje a Londres para visitar la fabulosa tienda, pegada a Berry Bross. Encargó el mismo sombrero con una talla más grande y la otra más pequeña y volvieron a Madrid después de gastarse una fortuna en los dos sombreros. A la semana siguiente, cuando Marcelo dejó el sombrero en el perchero, mi tío José Luis lo cambió rápidamente por el más pequeño. Noticia Relacionada Bajo Cielo reportaje Si Una calle de Madrid Alfonso J. Ussía Y que para volver a tu origen, a tu suelo de la infancia, solo necesites darte un buen paseo y encontrarte con todo lo que te ha hecho de esta maneraAl volver, le preguntó qué le ocurría, que le notaba como si estuviera a punto de estallar, hinchado y con la cabeza un poco más grande. Se puso como un tomate cuando comprobó que su sombrero no le bajaba de la coronilla y se fue directo al médico para ver qué demonios le pasaba. A la semana siguiente le hizo lo mismo, pero al revés. Cambió su sombrero por el de la talla grande y volvió a preguntarle con cara de preocupación si estaba haciendo mucho ejercicio pues le notaba algo más flaco, como si de pronto se le hubiera estirado la cabeza. Al colocarse el sombrero, Marcelo se dio cuenta que le llegaba hasta los ojos y después de mirar la marca y confirmar que se trataba del suyo, se fue escopetado al médico que no podía entender qué le pasaba a este ingeniero alemán con su cabeza.Este tipo de bromas, además de ser bastante caras, eran de las que estaban bien planeadas y mejor ejecutadas. No esperamos que todas las que se vean hoy domingo estén al mismo nivel que la de mis tíos, pero no se dejen convencer por la broma fácil y de mal gusto, porque para que todo esto brille se exige un poco de ingenio. Uno de los orígenes de esta fiesta, además del bíblico y su oscura matanza de los niños, fue por la Fiesta de los Locos, de origen medieval. Del latín, Festum Fatourum, este día se utilizaba para invertir el orden social de las personas. La burla no solo estaba permitida sino exigida y las autoridades se convertían en el objeto de burla y de parodia por todos los habitantes de la Europa del siglo XII. Se permitía criticar al poder sin castigo y se permitía que en las iglesias, se eligiera a un 'obispillo' (generalmente un niño) y que se pronunciaran sermones y cantos profanos. Pero, como todo lo divertido, terminó prohibiéndose a mediados del siglo XV por aquellos primeros censores de la libertad que lo consideraban un exceso y un escándalo entre fieles. Pasen este día como les dé la gana, pero no se olviden de todo lo que nos ha traído hasta aquí. Hagan bromas o no, Madrid hoy recuerda que también los poderosos pueden ser motivo de burla. Pero de burla con sentido, con gracia, con ingenio y, sobre todo, con humor.

