Meloni se consolida en Italia y pasa de 'oveja negra' a líder elogiada en Europa
«Éramos la oveja negra y ahora podemos mostrarle el camino a Europa», dijo Giorgia Meloni en un mitin en Bari (Apulia). La frase resume un cambio real: al cierre de 2025, la primera ministra ha conseguido que Italia deje de ser el «problema» recurrente de la zona euro para convertirse en un país que transmite previsibilidad.El termómetro más frío de esa metamorfosis está en el mercado de la deuda. El 'Financial Times' destacó el 27 de diciembre que el diferencial del bono italiano a diez años frente al alemán se ha estrechado este mes hasta rondar los 0,7 puntos porcentuales, el nivel más bajo desde finales de 2009. Es una distancia abismal respecto a los más de 2,5 puntos de la crisis del euro en 2011, cuando Italia estuvo al borde del rescate.Las agencias de rating han recogido esa tendencia. Fitch elevó en septiembre la calificación de Italia a BBB+ y, en noviembre, Moody's la subió a Baa2 (equivalente a BBB) por primera vez desde 2002, citando un periodo prolongado de estabilidad política y la ejecución del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia. Es un hito muy significativo.Noticia Relacionada estandar No El gobierno de Meloni dice que el oro del Banco de Italia es «del pueblo» y se enfrenta al BCE Ángel Gómez FuentesItalia no suele dar tregua a sus primeros ministros. En ese contexto, la estabilidad institucional es uno de los activos más visibles de Meloni: su Gobierno es ya el tercero más longevo de la historia republicana y, si llega al final natural de la legislatura, el 4 de septiembre de 2026 superará la duración del Berlusconi II (2001-2005), el Ejecutivo más duradero de la República.Esa continuidad se apoya en un liderazgo personal que resiste para los estándares europeos . Y Meloni explota la escena con un estilo reconocible: disciplina y guiños de romana curtida en la ironía.En el brindis navideño del 23 de diciembre con el personal de Palazzo Chigi, sede de la presidencia del Gobierno, dejó una frase que corrió por las redacciones: «El año que hemos pasado ha sido duro para todos nosotros, pero no os preocupéis: el año que viene será mucho peor». La coletilla final sonó a consigna: «Debemos seguir dando respuestas a esta nación extraordinaria que todavía puede asombrar al mundo».La metamorfosisEl giro más relevante no está en el humor, sino en la metamorfosis de imagen. Meloni llegó a Bruselas con la etiqueta de euroescéptica y, en tres años, ha normalizado su presencia sin renunciar a la retórica de soberanía. Lo ilustró hace unas semanas en el Senado, en un choque con el ex primer ministro Mario Monti , hoy senador vitalicio: «A diferencia de usted, yo soy presidenta del Gobierno porque me ha elegido el pueblo italiano. Solo respondo ante los italianos».Esa legitimidad interna convive con una política exterior pragmática. Meloni ha mantenido el alineamiento con la OTAN y el firme apoyo a Ucrania, y ha cultivado una relación fluida con Washington en la segunda presidencia de Donald Trump. Roma se vende como interlocutora útil: una conservadora capaz de hablar el idioma de la Casa Blanca sin romper con Bruselas. Incluso voces poco complacientes reconocen el salto. El respetado historiador Ernesto Galli della Loggia , editorialista del 'Corriere della Sera', ha comparado la irrupción de Meloni con la llegada en 1948 de Alcide De Gasperi , fundador del partido Democracia Cristiana y uno de los líderes más influyentes en la posguerra europea. Para el historiador, Meloni ha sabido transformar su victoria en algo mucho más profundo: una legitimidad institucional que trasciende las siglas.Meloni ha mantenido el alineamiento con la OTAN y el firme apoyo a Ucrania, y ha cultivado una relación fluida con Washington en la segunda presidencia de Donald TrumpHa pasado de ser la 'oveja negra' de Bruselas a ser la líder que, según Galli della Loggia, tiene la oportunidad histórica de sanar la fractura que el fascismo dejó en la República. La comparación es audaz, incluso provocadora. Sin embargo, el propio Galli della Loggia advertía la semana pasada de la existencia de «dos Giorgia Meloni»: una, eficaz y segura en el escenario internacional; otra, más encerrada en la lógica de partido. El historiador le reprocha que esa autoridad y credibilidad que se ha ganado no siempre se traduzca en un liderazgo integrador dentro de Italia.Un país en 'Serie A'«Al cabo de tres años, Italia vuelve a estar donde merece: en la Serie A », proclamó Meloni. El argumento se sostiene con algunos datos: Italia no crece a gran velocidad –las previsiones para 2025 siguen por debajo del 1%–, pero ha convencido a los mercados de que no volverá a la política de déficit elevado sin control. El Gobierno se ha propuesto llevar el déficit en torno al 3% en 2025 (venía del 7,2% en 2023) y el presupuesto para 2026 apunta a seguir bajándolo.La otra pata del relato es industrial. Italia sigue siendo una potencia manufacturera apoyada en redes densas de pequeñas y medianas empresas, capaces de exportar, adaptarse y resistir. Esa base productiva, sumada a una gobernanza más predecible, explica que el país haya dejado de ser sinónimo de sobresalto. Pero el 2026, como ha reconocido Meloni, será un año difícil: se agota el impulso de los fondos europeos, vuelven a apretarse las reglas fiscales y la economía llega con crecimiento frágil y salarios bajo presión.

