Amelia del Castillo, la primera presidenta de un club de fútbol español, ha fallecido este sábado a los 82 años. Esta madrileña fundó el Club Atlético de Pinto y el 15 de octubre de 1963 rompió barreras en un país donde, como recordaba en una entrevista en EL PAÍS en 2021, “una mujer no podía arbitrar, entrenar ni jugar”.

“Pero no decían nada de que no pudiera presidir un club”, precisaba durante la charla. “Yo quería jugar. Era buena, pero era imposible entonces y esta fue mi manera de seguir en el fútbol”, comentaba. Así que con solo 18 años, Amelia organizó un equipo en su pueblo, Pinto, para competir en un torneo regional. “Exigían a alguien al frente y pregunté sí podía ser yo. Me dijeron que sí”, recordaba hace cuatro años a este periódico.

El Flecha de Pinto obtuvo buenos resultados en aquel campeonato y Amelia del Castillo dio otro paso; federar al equipo en otoño de 1963, lo que la convirtió definitivamente en una auténtica pionera. Ella se encargaba de toda la burocracia además de entrenar con la poca formación que contaba. “No podía ir a las clases de la Federación porque era mujer, solo a las teóricas. Lo que sabía era lo que había aprendido en la escuela en educación física”, desvelaba.

Lanzada en la aventura, empezó a pedir ayuda. “Escribí a todos los presidentes de federaciones y clubes para que nos ayudaran”. Y entonces apareció la figura del que entonces era el presidente del Atlético de Madrid, el club de sus amores. “Don Vicente Calderón me llamó a su despacho, yo creo que por curiosidad de qué hacía una mujer ahí. Pero entablamos una gran relación y se convirtió en un padrino para el club. Nos regaló equipamiento, balones y nos dejaba acudir a sus servicios médicos”, contaba Amelia del Castillo. La forma de agradecerle el gesto fue cambiarle el nombre al club: la Flecha de Pinto pasó a llamarse Atlético de Pinto.

“Nunca tuve un problema con alguien del fútbol, ni presidentes, ni árbitros ni jugadores. Yo era una persona más y se me trataba como tal, sin privilegios pero también sin discriminación. Otra cosa era la gente de a pie”, puntualizaba en la entrevista. “Mis amigas dejaron de ir conmigo y en los campos me decían barbaridades innombrables. Pero a mí me daba igual, tenía el respeto y el apoyo de mi gente”, apuntaba Amelia, cuya historia trascendió y ocupó espacios en medios internacionales. En 1975, la dirigente recibió también la medalla del mérito deportivo de Madrid.

Contra pronóstico, el proyecto rodaba y crecía. Hasta que un político de aquellos años se le cruzó para mal. “[El alcalde de Pinto, Daniel Martín], me dijo que tenía que apartarme porque el fútbol no era cosa de mujeres. Me negué, pero me amenazó con crear un equipo patrocinado por el Ayuntamiento. Estaba destrozada”.