Muere, a los 91 años, la estrella de cine Brigitte Bardot, mito nacional de Francia
Francia está de luto . Brigitte Bardot (París, 1934) falleció a primera hora de la mañana de este domingo. Ella encarna un mito nacional , solo comparable a la Torre Eiffel y el general Charles de Gaulle, fundador de la V República, entre 1958 y 1962.A los pocos minutos de la publicación de la noticia, Emmanuel Macron , jefe del Estado, presidente de la República, publicó un comunicado excepcional subrayando las dimensiones más profundas del acontecimiento: «Bardot fue una estrella absoluta del cine francés e internacional . Ella es la visión más profunda de la mujer, libre y comprometida con la vida de la Nación«.Esas dimensiones excepcionales de un gran icono nacional, tienen muchos rostros en la vida y la historia íntima de Bardot, que comenzó su carrera y su primera pasión: la danza clásica, entre los 7 y los 18 años, cuando la descubre Roger Vadim, su primer esposo y el director de la película que lanzó su carrera, 'Y Dios... creó a la mujer' (1956).La vida de Brigitte Bardot, en imágenesBardot había conseguido modestos papeles en películas como 'Le Trol Normad' (1952), de Jean Boyer, y 'Les Grandes Manoeuvres' (1955) de René Clair. Pero su fama irrumpió en la vida pública con su matrimonio y su película con Vadim. Había nacido una estrella rutilante, fogosa, intempestiva, espectacular .Siguieron películas con Claude Autan-Lara, Julien Duvivier, Henri-Géorges Clouzot, Jean-Luc Godard y Louis Malle, entre otros. No se trató, nunca, de 'obras maestras'. Fueron obras cinematográficas sensibles, parcialmente eclipsadas por la vida pública de la gran estrella ascendente.Tras Vadim, siguieron tres maridos , Jacques Charrier, padre de sus hijos; Gunter Sachs, Bernard d'Ormale, y un largo rosario de amigos, novios, amantes, compañeros, que incluyeron a cantantes famosos, como Serge Gainsbourg y Sacha Distel , pasando por actores, cantantes, hombres de mundo.Noticias relacionadas estandar No Cuatro maridos, un hijo no deseado y más de cien amantes: los amores de Brigitte Bardot Rocío F. de Buján opinion Si Y Dios creó a la mujer hecha Don Juan Oti Rodríguez MarchanteBardot se hartó con relativa rapidez de su carrera de actriz, en 1973, cuando decidió romper con su muy agitada vida anterior para consagrarse a sus grandes causas: la ecología, la defensa de las focas y todo tipo de animales , las grandes campañas ante los sucesivos jefes de Estado franceses, de Jacques Chirac a Emmanuel Macron, de los que nunca consiguió todo lo que pedía.En el corazón de la Costa AzulLejos de París, para siempre, Bardot se instaló en el corazón de la Costa Azul, en su finca 'La Mandrague' , donde vivió ya para siempre unida al último de sus maridos, Bernard d'Ormale, hombre de negocios amigo íntimo de Jean-Marie Le Pen , el patriarca y líder histórico de la extrema derecha, muy próximo a los defensores de Hitler durante la ocupación nazi de Francia.En sus memorias, Bardot habla de d'Ormale con un amor profundo: «Nos conocimos en casa de Jany Le Pen, la segunda esposa de Jean-Marie. Fue un flechazo inmediato». Esa historia de amor comenzó el 16 de agosto de 1992. Ella tenía 58 años, él 51.Ese matrimonio último no modificó en absoluto su comportamiento cívico, siempre fiel a sus compromisos en defensa de todo tipo de animales, focas, burros, perros abandonados. Convirtió su residencia personal en una suerte de tierra de animales perdidos, que ella cuidaba y mimaba con mucho cariño.«Consagré mi juventud a los hombres. He consagrado mi vejez a la defensa de los animales»La familia Le Pen intentó utilizar políticamente a Bardot durante algunos años. Sin conseguirlo completamente. Ella llegó a defender causas políticas próximas a su esposo. Pero su independencia siempre rompía con los «convencionalismos» de la familia Le Pen.Hace unos años, la pregunté a Bardot, como corresponsal de ABC: «¿De dónde viene su fe ciega en la defensa de los animales y las especies amenazadas?». Y ella me respondió: «No lo sé. Quizá sea un sentido profundo de la justicia contra seres indefensos, víctimas de una maldad gratuita y criminal, que me subleva. Convertir a los animales en meras mercancías me parece espantoso. El hombre puede hacer revoluciones, pero los animales no. Consagré mi juventud a los hombres. He consagrado mi vejez a la defensa de los animales «.