Peregrinos, aves y atardeceres ‘da morte’ en la ría de Lires, la más chica de Galicia
Senderistas y caminantes llegan cansados y con hambre a esta preciosa aldea del concejo coruñés de Cee, cerca de Fisterra, y lo que encuentran no les defrauda: restaurantes y alojamientos óptimos y unas increíbles puestas de sol
Por Lires pasa la ría gallega más pequeña e ignota. Solo las aves conocen esta maravillosa aldea del concejo coruñés de Cee, a menos de 10 kilómetros de Fisterra. Si no lo ha hecho ya, es momento de descubrirla.
El Ponte de Vaosilveiro
A Lires llega más gente andando que en coche. Son los peregrinos que siguen el Camino de Santiago a Fisterra, pasando por Muxía, y los senderistas que recorren O Camiño dos Faros, que une Malpica con Finisterre por el borde del mar en la Costa da Morte. La puerta de entrada es el Ponte de Vaosilveiro. Está a 200 metros de esta aldea coruñesa, rodeado por una gran espesura de robles, fresnos, sauces y alisos sobre el río Castro, que poco más abajo deja de ser dulce y es ya ría de Lires. Parece un puente antiguo, pero es moderno, de 2011. Antes había que cruzar el río saltando de piedra en piedra por unas pasaderas, unos bloques de granito que aún se conservan. Pero el puente nuevo no convence a todos: algunos peregrinos prefieren seguir haciendo equilibrios.
Gastronomía local
Más que de kilómetro cero, aquí los restaurantes son de último kilómetro, porque están a dos pasos de Fisterra, del fin de la Tierra. En As Eiras, recibe a los peregrinos uno de madera de casi tres metros y 2.500 kilos que el escultor Eugenio Linares talló en pandemia con su motosierra en un eucalipto que le buscó el dueño del local, Pablo Canosa. Dentro, los comensales sacian su apetito con las almejas que Lita, la cocinera-madre, baña en salsa desde 1976. Y con pescados a la parrilla de los puertos de Fisterra y Muxía. Y con chuletones de vaca vieja, de los que venden cinco toneladas cada año. ¿Y de postre? A Begoña Maceiras, que lleva 15 años trabajando en el restaurante (también hotel familiar de 12 habitaciones y albergue para 30 peregrinos), le chifla el flan de queso.
Mucho más moderno y sofisticado es el restaurante Liresca, cuya dueña y chef, Mariví Areas, hace cocina de aldea actualizada —por ejemplo, la merluza con alubia pinta local— y la sirve en un salón donde se exponen fotos de artistas de la tierra o en la terraza. Aunque, para terraza buena, la A Braña, con mucho verde y vistas a la ría. El peregrino que se cuida pide la parrillada de verduras y el que no, la sartén de porco celta con patatas. Liresca y A Braña abren de Semana Santa a octubre. As Eiras, todo el año. Y también O Recuncho, donde se tapea y se come casero.