Trump admite discrepancias con Netanyahu sobre Cisjordania mientras se atasca la segunda fase de la tregua de Gaza
La segunda fase del plan de paz para Gaza se le resiste a Donald Trump. El presidente mantuvo este lunes en Florida una reunión largamente esperada con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que ha calificado de «muy productiva», pero en la que ha reconocido públicamente discrepancias sobre cómo abordar la violencia de colonos israelíes en Cisjordania, un factor que añade complejidad a un equilibrio regional ya frágil mientras la negociación sobre Gaza sigue abierta.«Hemos tenido una discusión, una gran discusión, durante bastante tiempo sobre Cisjordania, y no diría que estemos de acuerdo al 100%, pero llegaremos a una conclusión», ha afirmado Trump. Preguntado por los puntos concretos de desacuerdo, ha evitado precisarlos y se ha limitado a señalar que «se anunciarán en el momento apropiado» y que Netanyahu «hará lo correcto».Cisjordania, territorio situado al oeste del río Jordán y ocupado militarmente por Israel desde 1967, alberga a más de 3,3 millones de palestinos. Mientras la guerra en Gaza concentraba la atención internacional, la zona ha vivido un aumento significativo de las operaciones militares israelíes, cifras récord de demoliciones de viviendas palestinas y una expansión acelerada de los asentamientos judíos, en un contexto marcado además por el desgaste y la parálisis de la Autoridad Palestina, acosada por acusaciones de corrupción y sin renovación política.Noticia Relacionada estandar Si Trump se adentra en la Fase 2 del plan para la franja de Gaza David Alandete Estados Unidos impulsa un nuevo esquema de gobierno, seguridad y reconstrucción condicionado al desarme de Hamás y al despliegue de una fuerza internacional bajo tutela estadounidenseEn septiembre, Trump afirmó que no permitiría la anexión israelí de Cisjordania, una posición alineada con la de la mayoría de países occidentales y árabes, que advierten de que cualquier anexión formal liquidaría de facto la posibilidad de un Estado palestino viable. Ese límite político vuelve ahora a emerger en el diálogo entre Washington y Jerusalén, aunque la Casa Blanca no ha detallado este lunes cómo piensa traducirlo en presión concreta sobre el Gobierno israelí.Trump ha tratado de rebajar el alcance de esas diferencias subrayando que «no está preocupado» por la actuación de Israel ni por el ritmo al que el Ejecutivo de Netanyahu avanza hacia la fase dos del plan de paz para Gaza. «No me preocupa nada de lo que está haciendo Israel. Me preocupa lo que otros están haciendo, o quizá no están haciendo», ha apuntado junto al primer ministro israelí. El presidente sostuvo que Israel ha cumplido «al 100%» los compromisos adquiridos en la primera etapa del acuerdo y ha justificado la cautela de Jerusalén ante una retirada adicional sin el desarme previo de Hamás, un enfoque que, aunque genera debate interno en la Casa Blanca, sigue contando con su respaldo.Netanyahu, por su parte, también ha descrito el encuentro en la mansión de Mar-a-Lago como «muy, muy productivo» y ha vuelto a elogiar a Trump por lo que definió como logros «notables» en Oriente Próximo. «Hablamos de nuestras ideas. A veces tenemos ideas diferentes, pero lo resolvemos, y la mayoría de las veces vemos las cosas de la misma manera», ha afirmado, sin entrar en los desacuerdos señalados por el presidente estadounidense.El intercambio sobre Cisjordania se ha producido en paralelo a una exhibición de sintonía estratégica en otros frentes. Trump ha reiterado su respaldo a Netanyahu en plena negociación sobre la segunda fase de la tregua en Gaza y ha vuelto a situar el desarme de Hamás como condición indispensable para avanzar. Al mismo tiempo, ha endurecido su discurso sobre Irán, al advertir de que Teherán podría estar intentando reconstruir capacidades militares en instalaciones distintas a las atacadas por Estados Unidos a principios de año.«Espero que Irán no esté intentando reconstruir, como he leído, armas y otras cosas», dijo Trump. «Si lo están haciendo, no están usando los sitios que destruimos, pero quizá estén usando otros». Aunque ha asegurado no creer que Irán esté ampliando su programa nuclear, sí ha expresado preocupación por un posible relanzamiento del programa de misiles balísticos y ha amenazado con consecuencias «muy poderosas» si eso ocurre. «Si es así, no tendremos más remedio que erradicar muy rápidamente esa acumulación», añadió.Trump ha insistido en que Estados Unidos «sabe exactamente dónde van y qué están haciendo» las autoridades iraníes, y ha justificado sus advertencias en informaciones de inteligencia no especificadas. «Normalmente, cuando hay humo, hay fuego», ha concluido, reforzando un mensaje de vigilancia constante que busca tranquilizar a Israel en un momento de incertidumbre regional.El episodio más llamativo del encuentro ha llegado cuando Trump ha afirmado que había hablado con el presidente de Israel, Isaac Herzog, sobre un posible indulto a Netanyahu en los procesos judiciales que afronta en su país, y ha asegurado que el perdón «está en camino». Horas después, la Presidencia israelí difundió un comunicado para desmentir esa versión.Según la oficina de Herzog, no ha habido ninguna conversación directa entre el presidente israelí y Trump desde que se presentó formalmente la solicitud de indulto, y cualquier insinuación en ese sentido no se ajusta a los hechos. Sí ha reconocido una conversación previa entre Herzog y un representante de Trump, en la que se explicó el estado del procedimiento y se subrayó que cualquier decisión deberá ajustarse estrictamente a los cauces legales previstos.En Israel, la cuestión del indulto es políticamente explosiva. Netanyahu se enfrenta a varios procedimientos judiciales por presuntos delitos de corrupción, fraude y abuso de confianza, y cualquier movimiento en torno a un eventual perdón presidencial es observado con lupa por la oposición y por sectores del propio bloque gubernamental. Herzog, cuya figura está obligada a la neutralidad institucional, ha reiterado que solo actuaría tras una condena firme y mediante un procedimiento reglado.En este plan, Catar y Turquía quedan como actores secundarios pero muy relevantes. Catar seguiría desempeñando un papel de mediador con Hamás y de apoyo financiero, aunque con menos margen y bajo una supervisión internacional más estricta si avanza el desarme. Turquía, mencionada por Trump como posible actor, aparece como una opción sensible: su implicación en la seguridad o la gobernanza de Gaza genera recelos en Israel y en varios países árabes. Para Washington, ambos quedarían encuadrados en roles limitados, sin control directo sobre el futuro del enclave.

