Turnstile, el ‘hardcore’ encuentra al público masivo
La banda de Baltimore que ha convertido en un fenómeno su punk veloz cerró su gira europea en Madrid
Turnstile, banda de Baltimore (Maryland, Estados Unidos), ha llevado a la escena hardcore más lejos de lo que nadie pudiera imaginar. Su líder, Brendan Yates, empezó su carrera con varios proyectos propios, tocando ante 10 personas en un centro comunitario. Ahora el grupo actúa para aforos de decenas de miles por todo el mundo. El grupo aparece en las páginas de The New York Times o inaugura los pogos —los saltos y choques del público en los conciertos de hardcore, rock o punk donde el público salta y choca entre sí— en la redacción de la radio NPR en los conciertos que allí se celebran, los famosos Tiny Desk.
Su cantante, Brendan Yates, de 35 años, se tiró en plancha y fue trasladado en volandas por esa redacción: “Es la energía del momento”, resume el vocalista. La banda ha conseguido además ocho nominaciones para los Grammy 2026, siendo la primera en hacerlo en las categorías de rock, metal y alternativa.
Yates entra a la entrevista junto a uno de sus cuatro compañeros de la banda, Daniel Fang, el baterista. Su pulso sirve como un péndulo entre la calma y el caos, como van a demostrar minutos después en el interior de una sala lúgubre y perdida del Palacio de Vistalegre de Madrid —donde dieron el último concierto de su gira europea Never Enough Tour, el pasado 27 de noviembre—, al poner a saltar y chocar a toda la pista. “Creo que hay algo que carece de sentido en el hecho de que la gente quiera compartir esta música unos con otros, arriesgando el cuerpo para lanzarse desde el escenario. Esa es la pureza de esto”, explica Yates.
Alrededor de 4.500 personas asistieron al concierto, unos fans que saben perfectamente a dónde van, ataviados la gran mayoría con sus camisetas, muchas de ellas del merchandising de esta gira y una sensación en el ambiente de que va a ocurrir algo grande. Un haz de luz azul se proyecta desde el escenario y arranca Turnstile con los acordes casi ceremoniales de un órgano. Así suena Never Enough (2025), el tema que abre y que da nombre a su último disco, una evolución de Glow On (2021), en la que la banda se deshizo de los encorsetamientos del nicho mezclando momentos de ambient y dream pop con la fiereza de la rabia desperdigada de la esencia hardcore que abundaban en los álbumes Time & Space (2018) y Non Stop Feeling (2015).
Su evolución musical se puede explicar a través del crecimiento de Yates en su rol de cantante, después de darse a conocer en la escena como baterista de Trapped Under Ice: “Es una posición más vulnerable. En los primeros años volcaba toda la adrenalina y los nervios en gritar al micro y tirarme al público en plancha y la gente decía con razón: ‘Este tío no canta’. Era lo que necesitaba. Pero ahora sigo en el viaje de descubrir cómo expresarme con mi voz”.

“Brendan es un gran compositor y tiene la habilidad de tener una visión amplia o de fijarse en los detalles simultáneamente y no queda nada en el aire, y yo estoy escuchando las canciones constantemente para reevaluarlas y ver lo que falta”, explica el baterista Daniel Fang, quien también describe una armonía entre la energía física de las giras interminables y el desgaste mental del estudio, y de cómo evolucionan las canciones para llevarlas al directo.
En los pogos hay un concepto de cuidar unos de otros"
Y pronto se les ven las intenciones, a oscuras ellos y a plena luz las hordas de entregados seguidores que se entremezclan en un pogo infinito. Si algo ha cambiado Turnstile en su escena es su apertura en lo musical y, no menos importante, en la manera en cómo entienden su mundo, alejado de la masculinidad alfa que excluye: “Esta forma de bailar puede resultar intimidante, pero creo que hay un concepto de cuidar unos de otros y aunque a veces puede haber algún herido, creo que hay una idea general de apertura y de espacio común y seguro”. La pasión se puede medir solo en la gran cantidad de vasos de cerveza que vuelan casi enteros, a diez euros la unidad.
Se atisban sin embargo, desde lo alto, algunos puntos entre los asistentes donde no hay mucha amabilidad ni cuidado, sino molinillos de puños que llevan el nombre de algún desafortunado. Así se inició Fang en este mundillo: “Recuerdo que un tío me dejó inconsciente mientras bailaba y esa persona ahora es mi mejor amigo. Es difícil de explicárselo a tu madre cuando te han roto la nariz, pero al final entienden que has encontrado una comunidad”, añade.
De nuevo, huyendo de la virilidad y hombría asociadas a este estilo, las letras de Turnstile abordan dificultades internas o hablan de cuestiones sobre salud mental, como en Slowdive (“Quiero nadar bien, pero la paz y el silencio me reconforta. / Caigo, pero no siento ningún peso”), de la sensación de comunidad en Look Out for Me o de empatía en I Care (“Estoy feliz de entregarme y de cambiar lo que no puedo cambiar para que sepas que me importas”).
Brendan Yates y Daniel Fang son dos estrellas de los nuevos tiempos. Cuerpos perfectos, sin apenas grasa, vida sana, alejados del alcohol, de las drogas y de los estragos en los camerinos de las estrellas del rock. Y sea por eso o por otra cosa, no extraña ver entre sus acólitos a adolescentes subiéndose al escenario para saltar de nuevo de vuelta.
El ‘hardcore’ de Turnstile también es para adolescentes
¿Es este un espacio adecuado para menores? “Creo que la honestidad y la transparencia son beneficiosas en cualquier situación, especialmente con adolescentes. Muchos hemos crecido con filtros en un sistema educativo y con un control parental que decidía qué era lo más adecuado que un niño debía experimentar y en qué momento. Pero existe un beneficio en ser abierto y enseñarles que los sentimientos que tenemos, aunque no siempre sean positivos, son reales”, opina Yates.
Pero todo tiene un precio, y el éxito en una escena tan de nicho se paga entre los más fieles: han perdido algunos seguidores del principio que les critican que se hayan comercializado, pero han ganado muchos más fans nuevos. Fang lo entiende: “Esta es una escena tan difícil de encontrar que se convierte en algo muy especial. Es algo mágico, sobre todo cuando eres joven. No quieres que sea algo accesible y que le guste incluso a la gente que te cae mal”.
Y así, se llega al final del concierto en Vistalegre. Los guardias de seguridad que han estado defendiendo el foso fielmente se retiran y Yates da la orden: “Ya sabéis lo que tenéis que hacer”, espeta. Turnstile cierra el concierto con su sencillo más popular del último disco, Birds, de una energía imparable y un ritmo desatado. El público invade el escenario fundiéndose con la banda, que desaparece como si nunca hubiese estado. Y de pronto, todo son abrazos sudorosos.